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CITA EN EL SUR

Un color especial

Pablo Aranda

Sábado, 6 de febrero 2016, 10:00

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En Braga se vive muy bien, sobre todo con este calor. Braga es la décima ciudad con mayor calidad de vida según un estudio del último Eurobarómetro. Todavía mejor que en Braga se vive en Málaga, donde muchos viven en pijama. Málaga ocupa el noveno puesto y es la única ciudad española entre las diez primeras de la lista. Muchos malagueños se han mostrado eufóricos por vivir en una ciudad donde se vive bien. Yo no sé si se vive bien, pero al menos se vive. Que se lo pregunten al señor del infarto del martes pasado. La ambulancia que lo trasladaba tuvo un accidente y volcó, hiriendo al herido (más), el cual tuvo que ser rescatado por los bomberos porque había quedado atrapado. Este hombre se ha salvado: en Málaga se vive. Otro asunto es si se vive tan bien como refleja el estudio. Tenemos el clima y el mar, que es mucho, y la sonrisa de los que sonríen. El callejero invita a acercarse al paseo marítimo, por ejemplo, y pasear mecidos por el arrullo de las olas. Que se lo pregunten a la amiga de mi madre que paseaba con su hija y su nieta cuando fue atropellada por un ciclista que se dio a la fuga. El ciclista se levantó y pedaleando pedaleando se perdió por medio de la calidad de vida, mientras que la señora no se levantó pues tenía la pelvis rota. Esta semana he leído en el periódico que un señor muy señoreado acudió al Instituto Vicente Espinel armado de familiares y le partió la cara a puñetazos al profe de su hija, o que un médico de urgencias del Hospital Civil fue pateado por un paciente porque no le recetó lo que deseaba que le fuese recetado.

Anteayer me introduje en Amsterdam sin salir de Málaga. En un parque pequeño -como son los parques donde la calidad de vida- me senté a leer al sol, junto al acueducto de San Telmo. Llevaba en la mochila Amsterdam, de Ian McEwan, y me puse a leer hasta que sentí que un animal se acercaba a mí con un trotecito alegre, pero no era Platero sino un pitbull. Le dije al muchacho que por favor sujetase al perro con la correa y me preguntó por qué. Salí de Amsterdam y volví a la ciudad de la lista (¡la del listo!). A veces me entran ganas de buscarme la vida lejos: montar un chiringuito en el Serengueti, un kiosco en Alaska, qué sé yo. No sólo es peligroso creerse que uno vive en el mejor lugar del mundo, es que el estudio se basa en eso: en la percepción de los habitantes de cada ciudad. Es cierto que tenemos 668 voluntarios que trabajan con niños enfermos de cáncer, o que el ayuntamiento va a suspender los embargos a quienes no lleguen al salario mínimo. Pero todavía queda mucho para llegar al quinto puesto que ahora ocupa Rostock, la ciudad alemana que por cierto se hizo famosa por los ataques a centros de refugiados. Pasito a pasito, pero sin mirar mucho el cielo: podemos pisar otra caca.

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