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CITA EN EL SUR

Advierto hasta el amanecer

Pablo Aranda

Jueves, 7 de enero 2016, 12:40

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La Junta ha terminado un hospital al que no se podrá llegar por la falta de una carretera. Con la de kilómetros de carretera construidos en los años de vacas gordas, van y ponen el hospital justo donde no hay. Peor sería haberlo terminado sin puertas y que los obreros se hubieran quedado dentro. El titular suena a broma y al miedo que nos entra como se enteren más allá de Sierra Morena, pero tiene su lógica: un hospital se construye sobre una tierra baldía, Elliot (Ness), así que si hubiera habido una carretera habría sido criticable pues habría llegado a ningún sitio. La solución perfecta era haber terminado la carretera el mismo día que el hospital (si acaso, el hospital por la mañana y la carretera por la tarde). La carretera debe construirla el ayuntamiento, que es el de Lepe, por si fuera poca la cosa, aunque desde el ayuntamiento afirman que debe construirlo la Junta. Solemos criticar el estado de la sanidad andaluza, más que nada porque es criticable, pero no debemos olvidar que cuando nos duele aquí pedimos cita y nos ve la médico de cabecera y nos receta un medicamento a precio de risa. También es verdad que a mí me hicieron una endoscopia sin ningún tipo de anestesia y vi el túnel con la luz al fondo, nueve meses más tarde de que se pidiese (no que viese la luz nueve meses después de la endoscopia, eso fue mientras tanto), y a otros les han cortado la pierna que no era, y lo de las listas de espera no tiene nombre, aunque acabo de decir que se llama listas de espera, o sea, sí tiene nombre pero bueno, ¿a que me entienden? Sin embargo al mismo tiempo acaban de trasplantar el hígado de una mujer a su nieto, y recuerden al músico que fue operado el otro día en Málaga de un tumor cerebral y durante la intervención quirúrgica tocó el saxo. Para un pianista todo es más complicado. Algunos instrumentos son realmente grandes, pero hablábamos de salud, como la que por cierto casi pierdo cuando la vecina del piso de arriba se empeñó durante años en ser pianista y no usaba sordina en espeto.

Algunos se preguntarán, yo mismo, a dónde quiero llegar, o dicho en lenguaje de estas fechas: Quo vadis? Pues a lo que voy es que todo es criticable, incluso muy criticable, pero que también depende bastante de nuestra actitud como observadores y de la capacidad de ver el lado bueno o el lado malo. Conducimos por las redes con la escopeta cargada, deseosos de soltar un par de disparos. A ver, que hay millones de personas, mi-llo-nes, desplazadas y refugiadas, cruzando miles de kilómetros sin mantas ni compresas ni arroz ni médica de cabecera ni seño que nos diga dos más dos. Todo puede cambiar a mejor, debe hacerlo, debemos contribuir a ello, pero sin necesidad de enfrentarnos a muerte con quien tenga unas ideas diferentes a las nuestras, ideas que además defiende desde una mesa como la nuestra y recién duchado como nosotros. Venga va, lo digo: España va bien. Podría ir mucho mejor, claro, con sus hospitales al final de un camino asfaltado, por supuesto, y con sus habitantes sin tener que andar a la gresca por todo y continuamente. Bueno, me voy a abrir otro regalo, como sea una corbata cambio la columna, advierto (hasta el amanecer).

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