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SUITE JÚNIOR

SALIR DE BELENES

Txema Martín

Martes, 15 de diciembre 2015, 12:11

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Los belenes suponen otra de las tradiciones que ponen en entredicho nuestra virtud aconfesional, pero de la que muchos participamos como hacemos en cualquier inercia, con poco remedio y más o menos encanto. En Navidad la laicidad del Estado se derrite y la gente goza con ello; el belén es un resultado escénico de esta disolución laica. Incluso a día de hoy continúa la tradición tan señera de 'salir de belenes'. Algunos se escudan en hacerlo por los niños pero en el fondo les encanta, como las madres que acompañan a sus hijas a un concierto de una boy band «para que no les pase nada» y luego disfrutan como una más, convencidas de que su favorito es el rubio.

Siempre pensando en convertir cualquier trance en algo sencillo, el Ayuntamiento ha editado una guía que arroja sobre nuestras espaldas la última friolera: la de los 67 belenes que hay esparcidos por toda la capital. Hay casi el doble de belenes que de museos, tal acumulación de belenes es la perfecta escenificación de la ansiedad navideña. Sacros o paganos, 67 belenes dan para mucho porque en su formato cabe de todo: desde el barroquismo convencido del belén del Ayuntamiento hasta el minimalismo forzado de las peñas más humildes.

Como lo clásico nunca pasa de moda, apenas se dan reinterpretaciones. En la guía no hay constancia de belenes vivientes, una práctica terrorífica que se nos escapa, lo más parecido es El Paso de Riogordo. Ante esta intolerable carencia intolerable, aprovechemos la campaña para animar a los políticos malagueños a que dieran ejemplo interpretando ellos mismos su propio belén viviente. Si se paran a pensarlo, los parecidos son evidentes, y por si acaso no hay nada que no arregle una barba postiza o una buena peluca. Tenemos San José, tenemos Virgen María y tenemos niño. Tenemos un helicóptero para hacer de estrella que guíe hasta Oriente a los tres senadores por la iluminación de la calle Larios, que de día es como una franja de Cisjordania. Un belén viviente es lo que nos falta en esta Navidad para abrazarnos a la escenificación y a la comedia, que es en realidad lo que más nos gusta.

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