Borrar
hablar y vivir

Desconexión

Antonio Garrido

Domingo, 15 de noviembre 2015, 12:37

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Se afirma con frecuencia que el papel lo resiste todo; en efecto, podemos escribir cualquier cosa y después olvidarla. No es tan frecuente afirmar que el lenguaje lo puede todo, lo crea todo y todo lo destruye. El lenguaje se puede oscurecer, tergiversar, alterar, prostituir, todo y más. No tenemos otro instrumento, es lo que nos diferencia de los otros seres vivos; al menos según los datos que poseemos hasta ahora.

Determinados recursos retóricos que están en el lenguaje común, en el uso general, no se nos aparecen como intencionales y lo son sin duda pero o no somos conscientes o no queremos serlo. Uno de estos recursos es el eufemismo. Es palabra de origen latino que, a su vez, procede del griego: «Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante».

El eufemismo es una ocultación del significado por mor de la corrección, de una supuesta corrección; bien, establecida por el poder; bien, por la propia sociedad que sería lo deseable. Hablar claro tiene sus riesgos y no es mismo decir gordo que grande o de hueso ancho, no es lo mismo ir a la cárcel que a un centro de readaptación social, loco está mal visto y es mejor enfermo mental y casi ni eso; a veces se llega al silencio y a la sustitución por fórmulas muy alejadas del sentido preciso. Se pueden poner muchísimos ejemplos: está en estado etílico, cursilería insoportable por borracho; otra, también insoportable es «cubrió su vida en paz» en lugar de murió, lisa y llanamente.

Desde que se tienen noticias del lenguaje existe el eufemismo como manera de evitar palabras prohibidas, generalmente referidas a las divinidades, aquí los valores mágicos ocupan un lugar importante. Otro aspecto que hay que destacar es el humor y la ironía. Los eufemismos pueden complicarse hasta hacer casi imposible la comprensión con lo que entramos en el territorio del juego que enlaza con el humor al que me he referido antes. Hay etapas en las que el recurso se puso de moda, por ejemplo, en la corte francesa de Luis XIV y sucesores que dio pie a la burla de Molière. Es el llamado preciosismo. En la España barroca también el ingenio dio importancia al eufemismo, por citar un caso: «baño interior». Podemos pensar en algo relacionado con la espiritualidad, incluso con la mística pero no, se refiere sencillamente al vaso de agua. La ambigüedad es también inherente al concepto porque la forma que sustituye abre el significado; de hecho, el eufemismo se lexicaliza y se va desgastando hasta llegar a perder su valor eufemístico original.

Los encontramos en todos los niveles del idioma y para usarlos se recurre a todas las figuras retóricas como uno que me incomoda y me parece el colmo de la hipocresía; se trata de una antífrasis: «Guerra humanitaria», «ejercito de pacificación», juzgue el lector.

Vivimos en tiempos revueltos. El gobierno de Cataluña inició en su momento un «proceso» hasta llegar a la «desconexión» con España. De entrada, este gobierno distingue claramente dos realidades distintas: Espala y Cataluña con lo que se niega la mayor: Cataluña no es España, es otra realidad, ya tengo el primer eufemismo, es otra nación sería mucho más preciso.

El tema viene de siglos y hay que situarlo en las tendencias disgregadoras que se producen en las sociedades a lo largo del tiempo. Nada nuevo bajo el sol. El proceso es cada una de las fases que llevarían a la independencia de Cataluña y a su reconocimiento internacional como nación soberana. Más claro hubiera sido hablar de camino hacia la independencia pero la palabra proceso queda ambigua como todo el léxico empleado por los independentistas a lo largo de los años; por ciento, con el beneplácito de los medios de comunicación y de los políticos de casi todos los partidos.

De esta manera se llega a la desconexión. Esta forma solo se puede emplear con el uso intransitivo del verbo original: «Dejar de tener relación, comunicación, enlace, etc.» Es un sinónimo de independencia. Los intereses políticos han creado una máscara que ocultaba el rostro. La palabra hipocresía salta al ruedo de nuevo. Se miraba para otro lado y mira que estaba claro. Un último apunte, se prefiere hablar del artículo 155 en lugar de decir suspensión de algunas o de todas las funciones del gobierno autónomo.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios