ROSALES ESTÁ AL LÍMITE

Fue muy visible el domingo en El Molinón. Se llevaba más o menos un cuarto de hora de la segunda parte cuando Rosales se quedó clavado muy cerca del banquillo del Málaga. El balón iba a ponerse en juego para moverlo hacia la otra banda y el venezolano se mantuvo quieto, con las manos en la cintura y ligeramente encorvado para tratar de estirar. Las molestias habían comenzado. Con el lateral derecho titular habrá que ir a partir de ahora con pies de plomo, porque, según admiten hasta sus propios compañeros, se le ve al límite; es decir, con un evidente riesgo de sufrir una lesión muscular seria.

Al término del encuentro en Gijón se desveló que Rosales sufría una sobrecarga, aunque no muy importante. Totalmente lógico. De hecho, en la segunda parte Rosales ya les comentó a algunos compañeros que sentía molestias y que los gemelos se le iban a subir. Y, claro, evidentemente en el grupo confían en que el lateral derecho titular, el jugador más regular del equipo, no caiga también, como les ha pasado a otros jugadores importantes (sobre todo, Camacho y Amrabat). Perder al venezolano supondría otro serio contratiempo.

Fue 'Boquerón' Esteban el que predijo a finales de los 80 que los laterales iban a tener a corto plazo un papel estelar en el juego ofensivo de los equipos. «Hay tanta vigilancia en todas las zonas y tan pocos espacios que los únicos que en el futuro podrán suponer un factor sorpresa serán los laterales», anunció. El veleño no se equivocó, pero hasta se quedó corto. Hoy por hoy, un lateral es un 60 por ciento de ataque y un 40 por ciento de defensa -y para ello se recurre a variantes tácticas si es vulnerable atrás- cuando en el pasado bastaba con que fuera un 25 o un 30 por ciento de ataque. En estos tiempos nadie sabe cuánto valdría Muñoz Pérez...

Pieza clave

En el caso de Rosales, ya no es solo que sea indiscutible en su posición, sino que además es una pieza clave en ataque. Primero, por su capacidad para progresar por su banda con cierta desenvoltura; segundo, porque sus compañeros confían en él y lo buscan, y tercero, porque el Málaga es un equipo cojo que, con un teórico extremo derecho (Horta) o con otro tipo de jugador (Duda, Juanpi, Pablo o Espinho), se encomienda por ese flanco a lo que pueda hacer el venezolano. Y no cabe duda de que tanta subida y bajada, tal constancia en su esfuerzo, puede pasarle factura.

De momento se llevan diez partidos de Liga, a los que hay que sumar dos 'parones' en los que Rosales ha disputado otros cuatro con su selección. Precisamente tras la décima jornada de la pasada temporada el lateral tuvo que parar durante dos semanas debido al sobresfuerzo. Es un precedente demasiado llamativo y que obliga a elevar la cautela. Conviene recordar que el venezolano solo se perdió en el campeonato anterior los dos encuentros por ese periodo de baja, otro más en Bilbao (para ser reservado con vistas al trascendental partido de Copa en San Mamés cuatro días después) y un cuarto por acumulación de amonestaciones. Y de los 34 restantes, solo en dos fue sustituido.

Esta temporada Rosales lo ha jugado todo (el único de la plantilla malaguista junto a Kameni), pero encima se le acumula el desgaste. Tuvo menos vacaciones por la presencia de su selección en la Copa América, en la que él, sin ser atacante, fue pieza clave en el capítulo ofensivo. Después, ya con la Liga empezada, ha afrontado los partidos posteriores a los 'parones' fijados para los compromisos de las selecciones casi sin tiempo para recuperar. De hecho, en vísperas de los encuentros frente al Eibar y al Valencia, Gracia decidió que el entrenamiento del jueves se celebrara por la tarde para contar ya con él, el último en incorporarse de todos los internacionales.

Ahora llega otra interrupción del campeonato, pero Rosales sigue sin tener opción de descansar. Su selección debe afrontar otros dos encuentros, contra Bolivia y Ecuador. El venezolano está al límite en el apartado físico y en evidente riesgo de lesión. ¿Hasta cuándo aguantará? Ojalá que mucho por el bien del equipo.