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CARTA DEL DIRECTOR

Cirugía plástica en Ciudadanos

Manuel Castillo

Domingo, 19 de julio 2015, 13:12

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Si Ciudadanos se mirase hoy al espejo correría el riesgo de no reconocerse. Y no porque haya pasado mucho tiempo desde las elecciones andaluzas o las municipales, sino porque parece haber sometido sus principios a una cirugía plástica poco afortunada. Y ya se sabe, si se va la mano con el bisturí, con el botox o con el ácido hialuronico uno puede quedarse sin expresión. O aún peor, irreconocible.

La decisión de la parlamentaria andaluza por Málaga, Irene Rivera, de presentarse a las primarias para ser candidata al Congreso de los Diputados un par de meses después de prometer el cargo en el Hospital de las Cinco Llagas ha dinamitado el castillo moral que levantó Ciudadanos, cuando se erigía como abanderado de la regeneración política, de la decisión de no convertir los cargos, puestos o sillones públicos en fichas del juego de la oca . De hecho, su propio compañero de partido, el diputado provincial Gonzalo Sichar, saltaba ante la decisión de Rivera con este comentario: «¿Os imagináis un partido donde nadie utilice puestos de representación popular de trampolín para subir a otro superior? Cuánta imaginación». Para rematar luego su crítica: «Javier López, Guillermo Díaz y Diego Palacios, tres candidatos a primarias que no tienen que dejar tirado otro puesto sin salen», en clara referencia de nuevo a Rivera. Es decir, Ciudadanos tiene una crisis interna abierta en canal que suma, además, la expulsión de un militante crítico como Gómez Raggio; la prohibición a un redactor de SUR de asistir, como siempre había hecho, a un debate entre los candidatos a las primarias, soslayando esa transparencia de la que hacen gala, o el apoyo con su voto del incremento de las asignaciones económicas a los grupos políticos en el Ayuntamiento de Málaga y la Diputación Provincial en lo que podríamos denominar una 'burla' de Ley, porque dichas aportaciones se utilizan para contratar a personal de confianza, el mismo que se había eliminado semanas antes. En fin, todo un alarde de valores para el refranero español: donde dije digo, digo Diego.

Todos estos ejemplos no deberían llamar la atención, porque hay numerosos ejemplos similares en los partidos tradicionales de diferentes artimañas y frivolidades. Lo que despierta el interés es que Ciudadanos cae en los errores que tanto ha criticado y que tanto ha repudiado, dando la sensación de que en el momento de que han tocado poder se han desatado las luchas internas.

Ciudadanos generó en muchos ciudadanos las expectativas de una nueva forma de hacer política, con desapego del poder, de los cargos y de los sillones, con un cambio tranquilo, incluso despertó ilusión. Pero lo cierto es que su entrada en las corporaciones municipales ha sido atolondrada, con decisiones precipitadas que le han obligado a rectificar. Hoy por hoy, por lo que se refiere a Málaga, hay varios Ciudadanos: el que encarna Rivera como parlementaria andaluza, con hilo directo con Barcelona y el objetivo de Madrid; el de Cassá en el Ayuntamiento de Málaga jugando a vicealcalde; el de Gonzalo Sichar, quizá el menos contaminado y más sensanto, en Diputación, y el de Maldonado, alcalde de Mijas, que se ha tirado al monte con sus cinco concejales. Cuatro partidos en uno, hasta el punto de dar la sensación de haber emprendido una loca carrera al grito de tonto el último. Y eso nada tiene que ver con la regeneración.

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