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EL SITIO DE MI RECREO

Humor negro

José Antonio Trujillo

Sábado, 4 de julio 2015, 11:57

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El humor es la cortesía del inteligente. La vida es demasiado seria como para soportar sus arrobas sin inteligencia y sin humor. La complicidad de lo irónico, de lo ingenioso, de lo ocurrente, de lo gracioso, edifica puentes entre las personas.

Los españoles somos la ironía en metáfora. Nuestra historia, nuestra literatura, nuestro periodismo, están repletos de humor y de provocación. El humor es el dardo que hiere pero no duele.

Nuestro Francisco de Quevedo elevó a literatura inmortal sus epigramas y sátiras. 'La Codorniz', revista señera de la posguerra, acogió a toda una generación de humoristas en tiempos complicados en los que el ingenio suplía las estrecheces autoritarias de la época.

España no puede entenderse sin el humor, los españoles cabemos en las páginas del 'Lazarillo'. Lo jocoso pertenece a nuestra esencia y renunciar a ello sería un error histórico.

Los nuevos tiempos y las nuevas formas de comunicarnos han facilitado que el ingenio llegue a más partes y más personas. Las redes sociales se han convertido junto con internet en ese sexto continente que nos acoge a todos sin frontera alguna. El humor ha encontrado un nuevo escenario que nada envidia a las tablas que escuchaban al bueno de Lope de Vega.

El humor se convierte en arma cuando hiere. No hay peor cosa que intentar hacer de la sátira y la ironía elemento de humillación y discriminación de las personas diferentes.

Los comentarios intolerables en las redes sociales de Guillermo Zapata, concejal madrileño, ni fueron ingeniosos, ni contenían nada de humor. Independientemente del calificativo legal que les haya otorgado el juez Pedraz, nos obligan a valorar dónde están los límites de la libertad de expresión y el buen gusto. ¿Hasta dónde puede llegar lo vulgar y lo hiriente?

En España posiblemente sobren leyes, reglamentos y sanciones, pero falta determinación a la hora de llamar al pan, pan y al vino, vino. Esa es una más de las consecuencias de la hegemonía del buenismo ramplón tan extendido en nuestro país. La crítica hace madurar a las personas, el escarnio y la humillación nos hace más débiles y pequeños.

Si el humor genera miedo, no es jocoso, ni es negro, ni es humano. Frente a lo vulgar, recuperemos la generosidad de lo ingenioso.

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