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Vueltas

Pablo Aranda

Jueves, 2 de julio 2015, 12:17

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Urbanismo ha estado mareando la noria hasta que la autoridad del puerto le ha dado puerta. La noria no hacía falta, pero ese no es ningún argumento para no hacerla. ¿Cuál de los estupendos museos -no hay ironía en la elección del adjetivo- hacía falta?, ¿hacía falta la inteligentísima sede de Urbanismo ante la que podría haberse situado la noria, por añadir otro emplazamiento más? La sede de Urbanismo está junto al centro y frente al mar, menudo sitio. Costó unos cuantos millones más de los millones que iba a costar en principio, que fueron muchos, pero hacía falta, nos dijeron. Con lo que costó podrían mantenerse unas decenas de institutos municipales del Libro, pero para qué proteger el libro, si leer marea, y ayuda a construir correctamente, pero frases, las cuales sirven para expresar ideas, incluso elaborarlas, lo cual tampoco sirve de argumento porque el mundo está lleno de norias y de ideas malas. ¿Se imaginan que a Emilio Prados en su etapa centroeuropea, ante una magnífica imprenta, le hubieran desvelado que en una ciudad existe una institución municipal dedicada al libro, otra provincial dedicada a una de las generaciones literarias más importantes de la historia, a la que el propio Prados pertenecía y si no nos enteramos es porque eran tantos que sólo pudimos aprendernos diez o doce nombres, otra institución regional dedicada a las letras? Se habría mareado, como si comenzara la bajada de una noria gigante, el epicentro del vértigo, del mareo, pasando del estómago a la garganta. Sorteando mesas, turistas y camareros en calle Strachan, la vista de los portales de las casas donde nacieron Emilio Prados y Manuel Altolaguirre evoca un mundo en el que el libro era algo importante, la poesía, la palabra, la elaboración de ideas de una manera no correcta sino exacta sin renunciar al virtuosismo literario. Tanto valor como las ideas de María Zambrano lo tiene su sorprendente calidad literaria. ¿Qué habrían dicho todos ellos, José María Hinojosa, menos conocido aún por sus ideas políticas, por las que fue fusilado al comienzo de la guerra en esta ciudad sin noria y sin Instituto Municipal del Libro, si se hubiesen enterado de que existiendo esa ciudad había dejado de existir, puerta al libro?

La idea de la noria asustaba, claro, una rueda enorme que taparía la vista del Málaga Palacio, el cambio de la línea del cielo malagueña, la identificación de la ciudad con un proyecto de un empresario espabilado. La recreación fotográfica de SUR despejaba dudas y ya no asustaba tanto. El echarla a un lado y luego al otro confundía. Habría que crear un eje de entendimiento entre el puerto y la ciudad. La propuesta de un grupo de profesionales del Colegio de Arquitectos recoge ideas sobre otra Málaga posible. La más espectacular es el derribo de la manzana podrida del Málaga Palacio. Qué vista tendrían los cruceristas, los nadadores que se aventurasen con las lentillas puestas hasta las inexistentes boyas. Otra idea es unificar partes de las diferentes opciones creando una nueva. Una noria, pero con un diez por ciento de cabinas reservadas. En una de ellas podría ubicarse el IMML (Instituto Móvil Municipal del Libro). En otras, unos cuantos departamentos de Urbanismo; para el resto podría alquilarse una sede en una zona barata de la ciudad, Soliva por ejemplo. La ciudad ganaría la sede de Urbanismo, y no perdería la espléndida rareza de un Instituto Municipal del Libro.

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