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EL RAYO VERDE

Clientelismo

Lalia González

Martes, 30 de junio 2015, 11:59

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Pasará mucho tiempo hasta que se atenúe la convulsión causada por la exposición razonada del juez del Tribunal Supremo Alberto Jorge Barreiro. En una ciudadanía ya curada de espanto a base de escándalos, la prosa del magistrado del TS ha sacudido Andalucía no sólo por la relevancia de las personas inculpadas, los dos expresidentes que ha tenido la comunidad y el PSOE durante más de dos décadas, Chaves y Griñán, y quien fue el 'gran visir' del primero durante sus 19 años de gobierno, Zarrías, sino porque supone un golpe fatal a sus políticas. Ya no es alguien que acaricia un gato en la oscuridad. Toda la actuación de la Junta en materia laboral está incriminada, pero el uso de las transferencias de financiación fue más allá, se convirtió en un instrumento de quien seguro alguien en algún momento se vanaglorió como un hallazgo, un atajo para acelerar la concesión de ayudas.

Pero no parece tan claro. ¿Dónde estaba la intervención en estas dos décadas, si era tan flagrante? Incluso aparece explícita la fórmula en documentos aprobados por el Gobierno y el Parlamento: en la memoria de los prespuestos de 2006, páginas 8 y 9, se explica claramente lo que se hacía con la partida 31L y nadie puso ni una pega. Así, hay capítulos de medidas para 'Mantenimiento del empleo y tejido productivo andaluz', para 'Gestión, conocimiento e investigación de las relaciones laborales' y en el detalle se encuentran estas, entre otras: «realización de transferencias a la Agencia IDEA en aplicación de concierto de ayudas a empresas en crisis para el mantenimiento del empleo y tejido productivo andaluz», «celebración de convenios individuales con empresas acogidas en el marco del Convenio general», «tramitación de transferencias a empresas mediante ayudas a prejubilaciones mediante subvención de la cuota de la Seguridad Social», etc.

Pero aún más allá de la ardua interpretación del derecho administrativo, choca el argumento de clientelismo. Toda acción política está destinada a ganar votos, faltaría más. Se suele llevar a cabo de manera organizada, jerárquica, en una estructura de poder 'piramidal', cuando no de ordeno y mando. Pero, además, no conozco ningún partido en el poder, a la escala que sea, que no dé prioridad a 'los suyos' y que no intente, de camino, segar el paso a los que no considera de su grey. El escándalo al que se llaman ahora muchos políticos en este sentido parece un ejercicio de fariseísmo de libro.

Entre tanto, desde dentro del PSOE crecen voces críticas hacia la dirección del partido por la débil defensa que está haciendo de los dos presidentes. Dos líneas en un comunicado el día que se conoció la imputación del Supremo. Dos palabras de la presidenta Díaz en una comparecencia, y para recalcar que ella «ha cumplido». Pero en las bases, noqueadas por el Supremo, echan en falta algo más de humanidad, en lo personal, y de reivindicación de los 40 años de gobierno. Algo que ahora mismo resulta un charco en el que Susana Díaz prefiere no meterse.

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