SUPERADO

No hay un análisis técnico que resista el argumento de la pobre imagen ofrecida por el Unicaja en Barcelona. Ni una explicación lógica para entender el cambio de registro efectuado por un equipo que aspiraba a todo -líder 21 jornadas, qué pena que eso ahora no diera un punto de intensidad, un plus en ataque o un cupón con el que recurrir a la suerte- y otro que deambula por la pista sin ninguna tensión competitiva, sin actitud defensiva. Ciertamente decepcionante el comportamiento del equipo malagueño en unas semifinales de la Liga Endesa. Por cierto, otra vez, el recurso de Joan Plaza de tirar del pasado para justificar no se sabe bien qué, porque creo que al aficionado no le vale llegar hasta aquí para perder de esa forma. El viernes se hizo el ridículo y ayer fue frustrante por la impotencia.

El Unicaja tardó 25 minutos en ponerse por delante en el marcador en la eliminatoria, pero fue verse cinco puntos arriba y encajar un sonrojante parcial de 24-7 en nueve minutos, entre un cuarto y otro. El segundo estuvo a las alturas del choque inicial, fue barrido de la pista (solo 5 puntos de valoración en diez minutos) y perdió cualquier opción de sorpresa que se vislumbrara tras empatar el primer acto, en el que por cierto no me gustó la táctica de sacar al rival del choque a través de la faltas. Entre otras cosas porque el Barcelona atraviesa, quizás, el mejor momento de la temporada y su nivel de concentración es altísimo, como demuestra sus 21 tiros libres convertidos de forma consecutiva y el único error llegó en el minuto 38, con todo resuelto.

El Unicaja está siendo superado en todo, empezando por los bases, con Satoransky y Huertas empequeñeciendo a un Granger muy lejos del premio al que fue acreedor como el mejor director de juego de la Liga; y terminando por los pívots, hasta el punto de que la única reacción visitante tras el descanso llegó con un atípico quinteto con Granger, Markovic, Stefansson, Suárez y Thomas.