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SODA

ACABANDO LA NOCHE EN EL ONDA

Martín Moniche

Miércoles, 13 de mayo 2015, 11:54

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Sólo alérgicos a la vida y amargados compulsivos renegarán de este templo de la fiesta malagueña argumentando viejas palabrejas tales como vicio, desparrame y perdición. En cambio, muchos reivindicamos este santo lugar como espacio de natural evolución de la noche canalla malagueña de los últimos veinticinco años. El Onda Pasadena permanece en la retina de la cultura del ocio nocturno de una ciudad que pasó de ser el boom de la movida del sur de los ochenta a la ausencia de licencia hasta las siete. Fue entonces cuando este glorioso club de jazz y billar se aupó a lo más alto del desfase no solo horario, obviamente. Desde entonces, el Onda es la última estación de todos los que viajan pensando encontrar en la noche alguien con quien conversar, una pareja de baile excepcional, un momento más sexual o el amor de verdad. Los que como yo han vivido noches mágicas y otras no tantas allí, firmarían ante notario que no hay más integración cultural, social y racial posible que la que se respira bajo esas pequeñas escaleras donde dos chicos se besan mientras dos amigos de origen marroquí acaban de llegar. Algunos pijos bailan en el escenario y otros no tanto se beben Cuba entera sentados en sus viejas mesas y en la pista todo es explosión al sonido vibrador del italodisco más electrizante y brillante del pinchadiscos más divertido de toda la ciudad; el genial Frankie Terror. El único que mezcla su música con fantásticos videos musicales entre los que intercala anuncios de Scotbritte; solo él tiene el valor de hacerlo y conseguir la aprobación general del público, ya bastante ebrio por cierto. Poetas malditos, soñadores frustrados, niñas de papá, músicos en distintos formatos, guiris sin rumbo fijo, erasmus perennes, actores a mansalva, señores con ganas de jarana, flamencos con rumba y duende y fijos en la barra, son la fauna que te puedes encontrar una de las noches cualquiera en las que tu cuerpo y tu mente te pida disfrutar. Larga vida al garito más underground y auténtico de los que aún quedan abiertos en Málaga. Póngame otra.

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