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carta del director

De California a La Toscana

Manuel Castillo

Domingo, 3 de mayo 2015, 12:47

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Hace ya unos años, recién llegada a la Alcaldía, Celia Villalobos intentaba explicar al arquitecto Ángel Asenjo cómo quería que fuese el Palacio de Ferias y Congresos de Málaga. «Cuando viajo a otras ciudades veo edificios estupendos. Quiero un edificio así», comentó la entonces alcaldesa. Asenjo entendió el mensaje y diseñó el actual palacio, que inmediatamente se convirtió en uno de los hitos urbanos de la ciudad por su modernidad y arquitectura. Y eso que incomprensiblemente está inacabado, a falta del ajardinamiento exterior y de la segunda fase para darle mayor capacidad. Viene esto al caso porque siempre en las ciudades se necesitan referentes que ayuden a entender y a ver gráficamente qué modelo se persigue. Ya lo dijo en los años 80 Jaime Ortiz Patiño: «La Costa del Sol puede ser la California de Europa». No le faltaba razón. Él, capaz de hacer realidad el campo de golf de Valderrama y traer la primera Ryder Cup fuera de las Islas Británicas -con la ayuda decisiva de Seve Ballesteros-, sabía de lo que hablaba. Por eso realizaba constantemente y sin complejos esa afirmación.

Ha sido recurrente también hablar del Plan Ría 2000, que regeneró la ría de Bilbao con el Guggenheim como emblema galáctico; del Jardín del Turia, que convirtió el antiguo cauce en un jardín urbano de 110 hectáreas, o de las actuaciones en el cauce del Pisuerga a su paso por Valladolid cuando se pensaba en el Guadalmedina. También, ahora que el turismo de cruceros está en auge, algunos piensan en Miami, Barcelona o Santorini como referentes mundiales.

Es lógico que desde el urbanismo, desde la arquitectura, desde las artes o desde la propia industria se recurra a estos ejemplos con el afán de hallar similitudes que permitan una representación gráfica de lo que se puede llegar a ser. Ha ocurrido con el sector del vino de Ronda, donde hablan con frecuencia del modelo de enoturismo de Burdeos o Cognac como gran aspiración. Incluso Marbella, a través de la arquitectura de baja altura impulsada en la época de Alfonso de Hohenlohe, es en sí mismo un ejemplo y referente mundial.

Esta semana, la Diputación Provincial ha presentado a través de su presidente, Elías Bendodo, un plan estratégico para la Axarquía que toma como ejemplo Niza, al sur de Francia, y la Toscana italiana para poner en valor todas las potencialidades de esta comarca, que ha salido casi indemne de la vorágine urbanística y que ahora tiene ante sí enormes oportunidades. El arquitecto Moreno Peralta, redactor del proyecto, hablaba en la presentación de que las cuatro líneas básicas son el medio natural y el paisaje, el desarrollo agroalimentario, el turismo y la cultura y la educación. Y da la sensación de que hoy por hoy todas estas líneas interactúan y se cruzan constantemente.

Y basta echar un vistazo a estos espejos para darse cuenta de que el denominador común en casi todos ellos es la calidad y diría que hasta un punto de exclusividad y lujo. Lo que necesita esta provincia es una apuesta decidida por la calidad en todos los ámbitos -turístico, agroalimentario, residencial y cultural- y especialmente en el servicio, porque sería la mejor forma de crear destinos y productos diferenciados capaces de competir ante tanta oferta global y de evitar el riesgo de la masificación, siempre precaria. A veces, menos es mucho más. Sobre todo si tiene una calidad excepcional.

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