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carta del director

Voto oculto e indeciso

Manuel Castillo

Domingo, 15 de marzo 2015, 12:48

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En estas elecciones andaluzas del 22 de marzo hay un tapado. Una bolsa con unos cuantos cientos de miles de votos que no aparecen en las encuestas y que, llegado el día, darán la justa medida del mapa sociológico y político de la región. La demoscopia se queda en la tradicional superficie de los estados de ánimo, incapaz según parece de calibrar con exactitud la marea real de Podemos en el suburbano ideológico, ese que se mueve en la red indignada de los barrios que lo mismo conduce un taxi que da clases en la universidad o comparte desayuno con los compañeros funcionarios. Tampoco se aprecia exactitud respecto al voto moderado del PP; unos dicen que por vergüenza, otros por el cabreo que aún mantienen por la sensación de traición que aún perdura entre los votantes más liberales decepcionados por la política fiscal de Rajoy. Lo cierto es que si nos atenemos a las encuestas, los números no cuadran salvo que el centro derecha quede esquilmado en Andalucía a pesar de que habitualmente se ha mantenido en el entorno del millón y medio de votos. Es verdad que Ciudadanos, erigido en el partido de los autónomos, los pequeños y medianos empresarios y los desencantados moderados que no se tragan las proclamas de Iglesias, Monedero y compañía, da síntomas de tener las redes cargadas en este mar revuelto, sobre todo por hablar de los que nadie nunca habla salvo en elecciones, los currantes vapuleados tradicionalmente por la derecha y la izquierda e ignorados legislativamente, como si esos cien mil autónomos que hay en Málaga no existieran. Izquierda Unida, a la que no se le puede negar su honestidad ideológica, fía todo su futuro a la fidelidad de su votante de siempre; en 2012 sumaron 437.445 votos, pero en 2004 se quedaron en 337.030, una diferencia que puede devolverles a una presencia testimonial. Algo parecido ocurre con UPyD, cuyo posible descalabro debería llevar a Rosa Díez a asumirlo como propio por llevar al extremo el personalismo.

El PSOE anda confiado en volver a romper los pronósticos como hace tres años, aunque esta vez para ser la lista más votada con holgura y acercarse a una mayoría que permita a Susana Díaz gobernar con cierta estabilidad, que por otra parte se antoja difícil por la más que presumible polarización del voto. Los socialistas casi han prescindido de la marca PSOE y de sus líderes de siempre y han confiado toda la campaña en la figura de Susana Díaz, una apuesta arriesgada que sólo se puede entender en los datos que puedan manejar. Tanto es así que aquí, en Andalucía, se tiene la sensación de que la única que hace campaña en el PSOE es Susana Díaz. Pero la pregunta que surge es: ¿qué es un buen resultado para la actual presidenta de la Junta y qué sería un fracaso? ¿Ser la lista más votada, rozar la mayoría para poder reeditar un pacto con IU o arrasar hasta lograr la mayoría absoluta? Todo esto recuerda a la ruleta y a jugarse todo a un número.

La realidad es que las matemáticas dicen que es imposible que todos salgan bien parados. PSOE y PP se empeñan en mantener su trozo de la tarta, pero la realidad es tozuda y Podemos y Ciudadanos llegan con ganas de arrebatarles un buen trozo. Visto lo visto, lo más probable es una fragmentación del Parlamento que ponga a prueba la gobernabilidad en Andalucía. El 22M más de uno se va a llevar un disgusto porque se va a quedar con hambre. Y sólo entonces se descubrirá qué pensaba el oculto y disputado voto del señor indeciso.

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