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CARTA DEL DIRECTOR

Cualquiera sabe el 22M

Manuel Castillo

Domingo, 8 de marzo 2015, 12:39

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La gran diferencia en esta campaña electoral es que hay políticos que, por mucho que se empeñen, tienen enormes dificultades para ser creíbles, para no sonar a lo de siempre. Y otros que, al hablar con mayor naturalidad, resultan más cercanos y más convincentes. Es el abismo que separa al bipartidismo del resto de formaciones, cuyos líderes son capaces de activar el lado emocional del electorado y de generar empatía. No es nada nuevo, ya lo hizo Obama con su 'Yes, we can' y su ejército de voluntarios comprometidos con un proyecto.

PP, la lista más votada en 2012, y PSOE, posiblemente la lista más votada en 2015, han perdido un tiempo precioso en este tiempo entre elecciones, incapaces de regenerarse de verdad, de sacar los argumentarios de sus cerebros lobotomizados por el aparato, de pisar calle, de sacudirse la naftalina. Al fin y al cabo de emocionarse, de creer en su propio proyecto y de generar ilusión. Ambos confían en la natural resistencia al cambio del ser humano, en el conservadurismo de las generaciones más maduras, en el miedo a lo desconocido, en el batallón de las mayorías silenciosas que votan con el bolsillo y la pensión.

Andalucía afronta las elecciones autonómicas con mayor nivel de incertidumbre de su historia. La fragmentación del voto parece un hecho, pero falta por saber la profundidad del cambio, que vendrá marcado por la movilización del 22M, la participación y el gesto final de ese 41,3 por ciento de indecisos, todo un agujero negro indescifrable.

La gran oportunidad del PP de Juanma Moreno Bonilla era sacar partido de la fragmentación de la izquierda y del duelo fraticida entre PSOE y Podemos, cuyo resultado parece aún incierto. Pero no da la sensación de que este mensaje haya calado aún en las 1.567.207 personas que votaron PP en 2012.

Para Susana Díaz el mayor riesgo le viene por la izquierda, por Podemos, que tiene abierta una vía de agua en el casco del PSOE de tal tamaño que le tiene metido el miedo en el cuerpo a los socialistas. ¿Qué efecto tendrá el hecho de que Pablo Iglesias y Teresa Rodríguez metan a 18.000 personas en el velódromo de Dos Hermanas a dos días de las elecciones usurpando al puño y la rosa el espíritu de cambio del 82?

Y para tronera la que Ciudadanos parece que puede hacerle al PP. Imagino a los chicos del PP tirándose de los pelos la noche del 22M al ver los que podrían haber sido sus resultados de no ser por el 'efecto Rivera'.

Sea como fuere, si algo parece claro es que la fragmentación va a ser tal que la gobernabilidad va a ser muy compleja. Las encuestas le dan cierta ventaja a Susana Díaz, pero mal haría la líder socialista en creérsela, porque las cuentas no cuadran en los datos del CIS. Basta ojear los datos para intuir que el 22M puede salir por peteneras y dejar a más de uno con la cara a cuadros.

Ya es un síntoma que, salvo a Ciudadanos, la encuenta del CIS no le gustara a casi nadie. Quizá porque se intuye un nuevo escenario sin mayorías suficientes y en el que no se vislumbra un claro ganador. Quizá ocurra como siempre, que el electorado lo tenga mucho más claro de lo que parece y ponga a cada cual en su sitio. Sin la ansiedad que demuestran los partidos y con la contundencia que significa depositar el voto en la urna. Así de fácil.

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