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LA TRIBUNA

Un sueldo digno

Con 40.000 viviendas a medio construir solamente en nuestra provincia, no es probable que se inicien otras mientras que no hayamos concluido las iniciadas

ANTONIO VARGAS YÁÑEZ. DECANO DEL COLEGIO OFICIAL DE ARQUITECTOS DE MÁLAGA

Martes, 3 de marzo 2015, 12:50

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Lo que un caramelo en la puerta de un colegio. Doce horas hemos tardado en consumir los 75 millones del segundo plan de construcción sostenible de la Junta. Es cierto que en esta ocasión el presupuesto era la mitad, pero también lo es que esa vez necesitamos dos meses. El sector está demostrando una capacidad de adaptación y desarrollo digna de encomio, al mismo tiempo que se observa que su confianza en la iniciativa de la Junta crece pareja a su desesperación.

Contra todo pronóstico, acabamos de terminar el año estableciendo un nuevo récord de inactividad en la provincia, tanto en viviendas visadas como terminadas. Pero si esto ya es malo, lo realmente grave es la aportación del sector al PIB del país: con sólo el 5,4%, apenas alcanza la cuarta parte de lo que fue en 2005. Ni la mitad del que era en 1996. Lo que se ha traducido en la pérdida de más de 500.000 puestos de trabajo en los últimos cuatro años y la reducción de su productividad a la mitad.

¿Existen entonces motivos para tener cierta confianza en que las cosas vayan a mejorar?

En principio y a la vista de la bajada de un 50% del precio del suelo, podríamos albergar ciertas esperanzas en que se reactive la inversión. Pero con 40.000 viviendas a medio construir solamente en nuestra provincia, no es probable que se inicien otras mientras que no hayamos concluido las iniciadas. Lo que mantiene el suspense, aunque pueda ser un problema menor. Si se pone en marcha lo que se quedó parado, no se iniciarán nuevas viviendas pero será trabajo para mucha gente.

El problema es el problema. Cuando el precio de la vivienda ha descendido al 63% del que alcanzó en 2008, deberíamos estar en el momento óptimo para que se vendieran todas estas casas. Pero como la bajada del precio ha ido parejo a un descenso aun mayor de nuestra capacidad adquisitiva (el INE acaba de confirmar que el salario medio actual es un 40% menor que al inicio de la crisis), el esfuerzo de renta familiar que tenemos que realizar hoy es mayor que el de hace tres años (un 35%). Al mismo tiempo que la vivienda ha bajado de precio se ha hecho más cara. Si a ello le unimos que para que nos concedan un crédito prácticamente se nos exige que formemos parte de la realeza, las posibilidades de acceder a la vivienda en propiedad son parecidas a las que tiene el capitán Alatriste de heredar el palacio del conde de Guadalmedina. Lo que puede provocar un nuevo ajuste de precios y no anima a los promotores.

¿Por qué se apunta entonces cierto final feliz asociado a la venta de viviendas? Porque aquí es donde reside el único dato relativamente positivo en este escenario desalentador: la aportación de la inversión inmobiliaria extranjera al PIB pasó del 0,34% en 2011 al 0,60% en 2014. Lo que siendo bueno introduce una nueva variante en el problema. Esta inversión no está ligada a una economía productiva, sino a otra de carácter financiero especulativo donde se mueven como pez en el agua los llamados fondos buitres. Un terreno abonado para las llamadas 'socimi', sociedades dedicadas al alquiler prácticamente sin tributación, en un mercado que ha aumentado su rentabilidad desde el 3,3% al 4,6% entre 2011 y 2014. Un escenario en el que no se puede esperar mucho más movimiento económico que el que se derive de la partida de Monopoli que juegan las pocas promotoras asfixiadas que quedan, los bancos y sus inmobiliarias, y estos fondos de inversión.

Ante este panorama, las esperanzas de las políticas nacionales y autonómicas se han centrado en la rehabilitación energética y sostenible. O rehabilitación a secas para los viejos conocidos. En términos objetivos, el número de metros cuadrados visados se redujo a casi la tercera parte entre 2005 y 2014, a pesar de meter también en este saco a las reformas y las ampliaciones. La importancia de esta actividad es tan escasa que el crédito asociado sólo representa el 4% del total del sector. En el contexto actual su peso es mayor que hace unos años, pero en términos absolutos es ridículo. El anuncio del segundo plan de construcción sostenible es una buena noticia, aunque volvamos a gastarlo en ventanas. Pero 75 millones de euros para toda Andalucía no representan gran cosa frente a los más de 5.000 millones de euros que movían las miles de viviendas que se han quedado paradas en la provincia.

En 2014 han aumentado la inversión en obra pública un 44% y en 2015 está previsto un 15% más en infraestructuras. Pero a la vista de la triple convocatoria electoral de este año, sería interesante conocer qué planes tienen para superar a partir de 2016 los siete años bíblicos que hemos pasado.

Corolario. Como siempre ha pasado, para comprarse una casa, lo primero que hay que tener es trabajo. Y en estos días, también un sueldo digno.

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