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EL ALFÉIZAR

Sin voz

Rafael J. Pérez

Martes, 27 de enero 2015, 12:36

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En pleno terremoto político y social por las alarmantes cifras del paro, o por los múltiples casos de corrupción, hay que exigir a tiempo y destiempo ejemplaridad a los líderes políticos, sociales y eclesiales. Hace falta regeneración moral, personal y social. Con la crisis que atravesamos cada vez se hace más extensa la franja de desigualdad. Una desigualdad que afecta sobre todo a los parados y a los más pobres. Muchos de ellos niños. Un sufrimiento infantil que golpea a más de dos millones y medio de pequeños que viven en España bajo el umbral de la pobreza. También a los enfermos. Personas beneficiadas por la Ley de Dependencia ven cómo los recortes han llegado a sus vidas en forma de falta de ayudas. Son hombres y mujeres, ancianos y niños, jóvenes y adultos con nombres y rostros concretos. Son víctimas de situaciones de pobreza real. De exclusión social. A ellos todavía no ha llegado el aporte ético que neutralice o imposibilite comportamientos perversos que agravan el sufrimiento. Ni los niños, ni los ancianos, ni los enfermos tienen voz. ¿Te imaginas una manifestación con todos los enfermos, ancianos o personas afectadas por la crisis? Todos en la calle. ¿Te imaginas una manifestación de más de dos millones y medio de niños en la Castellana? ¿Qué ocurriría? ¿Se le caería la cara de vergüenza a alguien? ¿Continuará feliz quien cada vez que baja en paro en apenas un puñado de centenares de personas lo celebra como uno de los mayores hitos de la historia reciente de España? Siendo conscientes de que hemos experimentado una cierta mejoría, los obispos españoles han señalado que «el devenir de la crisis económica y sus causas, las fallidas previsiones e insuficientes respuestas dadas, los errores cometidos en la gestión política y económica de sus consecuencias les llevan a denunciar con el Papa Francisco que ya no pueden confiar en la mano invisible del mercado». Para salir de esta grave situación proponen eficaces políticas de concertación social. Y una verdadera regeneración moral. Ésta nace de las virtudes morales y sociales. Sin conducta moral, sin honradez, sin respeto a los demás. Sin servicio al bien común, sin solidaridad con los necesitados, nuestra sociedad, sin respeto a las condiciones de vida, la sociedad se degrada. Va cuesta abajo y sin freno. La calidad de una sociedad tiene que ver fundamentalmente con su calidad moral. Y con su apoyo a los sin voz.

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