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LA NUBE DOBLE

Blue monday

Juan Francisco Gutiérrez

Lunes, 19 de enero 2015, 12:36

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Quizá se haya levantado usted hoy gruñón, o tristón, o chingada, o de cables cambiados. Con cara de pocos amigos, acaso con voz de ninguno. Con aire o viento de Levante, ha saltado del colchón, con su mitad fría o ignorada, y ha sentido la mañana echada por alto desde que se le derramaran el café y las pocas ganas.

Puede que, en el coche, haya visto que tenía cumplida la ITV y haya recordado que olvidó pedir cita: ya le tocará en marzo. «Para cuando el Pompidou y las vanguardias rusas», piensa usted, con retranca pese a la cara de acelga. Como se bebió la prensa de ayer por no tragarse otro plano más de Los Chunguitos, está más al tanto de Los Baños del Carmen, aunque siga sin comprender nada; también de arte y de radares. Así que no corre mucho para ir al curro, no vaya a caer una multita; no está la cosa para otra, quita, quita. Vaya cuadro el de la tarjeta a fin de mes. Bastante hace ya con pagar el cloro a los bañistas de su gimnasio.

Pone la radio y le siguen dando el día con el resumen de la cabalgata política del fin de semana (desde ahora, inacabable). La locutora le recuerda que el calendario electoral viene preñado. «Por eso se ponen a parir», piensa usted. Le hablan de dinero negro (como su ceniza mañana) y de historias de fontanería que suben el clima electoral (y aquí recuerda que el termo sigue roto). Le advierten que Rajoy, en plan 'petit comité' o 'petit Komintern', ha hablado y gesticulado en unos vídeos, donde confiesa pecadillos y anuncia que les queda «mucho por hacer». Y ahí le nace a usted, ay, una cuestión de piel: algo así como unos vellos como escarpias. A juego con su erizado lunes.

Total, que entre el madrugón, la siesa mañana y los pies fríos por la humedad malagueña (esto en Madrid no pasa), se pregunta qué traerá de nuevo este día para ser tan malo. Y escucha que el tercer lunes de enero, según un investigador inglés, es el día más deprimente del año. Todo ello, ah, según una fórmula matemática. Y a usted, a quien acaso le rompieron el corazón en marzo, no le salen las cuentas. Como a la mayoría.

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