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EL MIRADOR

Errejón encastado

Cuando se construye un discurso sobre la decencia no se puede tener la mandíbula moral de vidrio

Teodoro León Gross

Lunes, 24 de noviembre 2014, 12:53

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Mezclar a Errejón con la gestión de la Rectora con la consejera de Vivienda de IU con proclamas de nosequién de la Uned con un investigador de los 62 de Podemos con un imputado de los Eres con la presidenta de Andalucía con la casta. va bien para crear un totum revolutum con el que sin duda se logra el efecto Cueva de Alí Babá llena de mangantes, pero al precio de no aclarar nada o casi nada. Claro que a quién le importa eso. En estos casos parece que manda el ruido sobre las nueces, y para eso nada mejor que meter en una piñata a Errejón, la Universidad, la Junta, Izquierda Unida, Susana, La Sexta y el sursum corda. El único beneficiado de eso, por supuesto, es el secretario político de Podemos que debe algunas respuestas tras verse puesto bajo sospecha.

La marimorena de Errejón en realidad es bastante simple. La consejería de Vivienda, controlada por IU, encarga un proyecto sobre desmercantilización a un investigador de la Universidad de Málaga afín a ese enfoque; y éste, al diseñar su equipo, solicita la convocatoria de un contrato para otro investigador. La Universidad ahí es sólo la plataforma administrativa. A ese concurso acude su colega Errejón en solitario; pero de hecho da un buen perfil. Se trata de un universitario solvente, cuya tesis se ha ganado los elogios de Garicano y también desde la Universidad de California. El problema se produce después, cuando ficha para la campaña de Podemos. En ese momento debió rescindir el contrato; algo que esperó hasta septiembre para plantear, con plena conciencia de que no cumpliría los objetivos y además su manifiesta incompatibilidad. Demasiado tarde. No da para un Watergate, claro, pero es un asunto con pegada que ha colocado a una de las estrellas emergentes de Podemos en el disparadero.

Errejón debe alguna valoración de todo esto a los círculos de Podemos, donde han aflorado voces críticas, pero sobre todo a la ciudadanía, ante la que da lecciones cotidianas de regeneracionismo. Y tapar eso con una polémica sobre la Universidad es regalarle una coartada o al menos una cortina de humo. Va de suyo que hay demasiados vicios en el sistema universitario que requieren un debate serio sobre transparencia y meritocracia, como en la Justicia o la Política, pero de este caso es Errejón quien debe responder, no el sistema. Como cualquier político bajo sospecha. Y sí, es verdad que Errejón está sometido a una prueba de algodón inusual que no pasaría siquiera el atildado mayordomo de Tenn, pero cuando se construye un discurso sobre la decencia («no se trata de derecha o izquierda sino de decencia») no se puede tener la mandíbula moral de vidrio. Esto no es un escándalo mayúsculo, pero 'babyface' Errejón -el apodo del viejo gangster, salvando las distancias, le va al pelo a este politólogo sagaz con cara de niño- corre el riesgo de que le reprochen que los de 'Todo por la casta' no son distintos a los de 'Todo por la pasta'.

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