Los best-sellers

El anglicismo significa el libro más y mejor vendido, los superventas. Sergio Vila-Sanjuán ha escrito una suerte de crónica ensayística, jugosa y amena (Alianza Editorial), que precisamente se titula 'Código best-seller'; la verdad que este pequeño manual es una fuente de placer inigualable que nos describe la intrahistoria de los libros más vendidos y más leídos desde la Edad Media hasta hoy. Viajamos de La Biblia o El Corán hasta las aventuras de Harry Potter y los vampiros de Crepúsculo. Y en medio Walter Scott, Balzac, Hugo, Dumas, Galdós, Amicis, Verne, Wilde, Hemingway, Baum, Capote, Pearl S. Buck, Graham Greene, y los ya cercanos Larsson o Rowling. La lista llenaría todas las páginas de este periódico. No se equivoquen: un best-seller no es sinónimo de mala literatura, al contrario, en la lista referida son muchos los autores de gran altura intelectual expresada con estilo exquisito y feroz.

Vila-Sanjuán afirma que los best-seller vienen alimentando el espacio de la cultura como patrimonio común de Occidente, de la cultura que, desde luego, sin lectura queda cercenada. El best-seller (cuyo primo el long-seller merece capítulo aparte) estimula la lectura en niños y personas naturalmente poco aficionadas. El reiterado 'boom' de la novela latinoamericana o las sagas escandinavas de nueva generación nos sirven como ejemplo del panorama globalizador: las tramas de Ruiz Zafón se han leído de Calafate a Groenlandia, pasando por Tegucigalpa. La literatura popular ha marcado el signo de los tiempos, ha simplificado, divulgándolas, sesudas teorías científicas y filosóficas, nos ha producido horas y horas de insomnio feliz. Se le tiene que otorgar un justiprecio.

Escribe Vila-Sanjuán: «Leemos para informarnos, para entretenernos o por placer estético». Algunos best-sellers cubren las tres variantes, y no me estoy refiriendo a esa amalgama llamada 'El código Da Vinci', que nos precipita en el mundo de las sospechas tras el atentado contra las Torres Gemelas, sino más bien a los lienzos pintados con eficacia, belleza formal y orden narrativo. ¡Vivan los best-sellers!