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HABLAR Y VIVIR

Universidad

ANTONIO GARRIDO

Domingo, 5 de octubre 2014, 18:50

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Con una pompa antigua y casi incomprensible para los no iniciados las universidades van inaugurando el curso académico. El acto suele ser largo y tedioso. Lectura de la memoria del año anterior, discurso del rector y lección magistral que a la mayoría suele saberle a chino mandarín, tampoco suele faltar algún político que repite eso de que la universidad es muy, pero que muy importante. Hace un par de días escuché a un afamado tertuliano que la universidad iniciaba su «temporada» lectiva; vamos, como el fútbol. No, no, ignorante tertuliano, nosotros no tenemos temporadas, tenemos cursos académicos. La banalidad tiene índices muy expresivos de uso.

La palabra universidad es muy bella. La cualidad estética de un término es muy subjetiva pero cualquier hablante tiene palabras que le gustan más y otras que no le gustan para nada. Es de origen latino y me voy a quedar con dos acepciones que me parecen un ideal casi perdido: «universalidad» y «conjunto de las cosas creadas». La universidad, en efecto, debe ser universal o no es nada. El conocimiento, en su doble faceta de transmisión por la docencia y de estricta investigación, con aplicación o no a la vida práctica, es el principio rector de la institución. Desgraciadamente no es así y la universidad tiene carencias clamorosas, entre ellas, el nivel de profesores y alumnos, con las debidas excepciones.

En ese acto solemne lo que llama la atención es el traje académico de los profesores y, en concreto, dos piezas del mismo: la muceta y la birreta. La muceta es palabra italiana, 'mozetta' y se trata de una esclavina que cubre el pecho y la espalda, se abotona por delante, suele ser de seda y también de piel, depende de la tradición de cada cual. Es de origen medieval y se pone sobre túnicas y vestidos anchos. El color depende de la facultad; así el celeste es el de filosofía y letras, el rojo de derecho, el azul turquí de ciencias en general, medicina el amarillo dorado; al ampliarse el número de carreras también lo ha hecho el de colores. La muceta más conocida es la de terciopelo ribeteada de armiño que usaban los papas. El último en hacerlo ha sido Benedicto XVI.

La birreta o el birrete que de las dos maneras se puede llamar. Es palabra de origen provenzal y se refiere al gorro armado de forma prismática, coronado por una borla para los licenciados y con borla y fleco para los doctores. El color es el de la facultad. Si una persona posee varios doctorados puede intercalar los flecos con los colores correspondientes. En el mundo anglosajón el birrete es una gorra rectangular sin flecos y con una borla dorada. Los otros elementos del llamado traje académico son la toga, el anillo y los guantes.

La toga es el traje exterior y de ceremonia. En las mangas se colocan las puñetas que son encajes o vuelillos. También significa dificultad y molestia; de ahí el mandar a alguien a hacer puñetas.

Una vez inaugurado el curso se inician las clases y los novatos llegan a las aulas. Es una palabra formada por 'nuevo' y el sufijo '-ato', que se emplea con sustantivos masculinos para indicar cargo, dignidad: decanato, virreinato. En este caso es cualidad de nuevo en cualquier facultad o materia. A los novatos se les hace novatadas, palabra con dos significados. Una persona paga la novatada en un negocio cuando no tiene experiencia, lo inicia y le sale mal. El que nos interesa es «vejamen y molestia» que los antiguos hacen a los nuevos.

Parece que el gobierno va a dar normas para evitar los vejámenes que se vienen haciendo a lo largo de siglos en diversas instituciones como la universidad. Conozco muy bien la universidad americana y en los campus, en lo que podemos llamar los colegios mayores de allí, las fraternidades masculinas y femeninas hacen todo tipo de novatadas. Es una tradición. No sé en qué quedará la regulación, será curioso leer el texto. Un exceso de regulación lleva necesariamente a la ineficacia; al menos, es lo que la experiencia enseña. Como en todo hay que evitar cualquier novatada lesiva, degradante y peligrosa pero tampoco hay que perseguir el ingenio y el humor.

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