Un ejercicio habitual

Además de volver al gimnasio, pretendía hoy no hablarles de Pedro Sánchez, ni de Sálvame, ni siquiera de El Hormiguero. Con ambas intenciones, me temo, he corrido es un decir la misma suerte, así que no podré zafarme del temazo de estos días protagonizado por el líder del PSOE.

Anoche, en mi sentadilla ante la tele, volvió a salir en lo de Risto Mejide. Sánchez, en plan escena del sofá-Chester, confesó algunos pecadillos de su partido y cerró su semana como flor del share. El nuevo Don Juan del socialismo, que se llama Pedro, recibió también el sábado (La Sexta Noche) un nuevo envite, esta vez de Pablo Iglesias. Quizá con algo de pelusilla además de coleta, el líder de Podemos cree que nos merecemos un debate: entre ambos, se entiende. Un vis a vis con visos de duelo televisado que, a beneficio propio, imagino quisieran para sí tanto Mercedes Milá como el Partido Popular.

Como espectador de casta popular, tal evento me recordaría a las riñas entre Linda Evans y Joan Collins en Dinastía (uno, guapo de ojos tristes; otro, con lengua y uñas largas). Metidos en tal especulación, yo añadiría a la posible cita a Esperanza Aguirre (la Ángela Channing del viñedo popular); a Cayo Lara (por dar un toque rollo Downton Abbey) y hasta a Rosa Díez (que aporta siempre un perfil estilo Revenge).

Mientras esto cuaja, la elíptica polémica de estos días atrás me resulta tan banal como las clases de step. El uso político de los medios populares es más antiguo que el tebeo: o tanto casi como los folletines de prensa, vías de propaganda controvertida pero pragmática tanto para las izquierdas como las derechas desde el siglo XIX. Un rol que luego asumió la televisión. Y, para desmentir que Pablo Motos lo inventa todo, una adivinanza. ¿Quién acudió en 1992 a TVE como líder de la oposición para ser entrevistado por Mary Carmen, Doña Rogelia y el Pato Nicol? Ejerciten el cerebro y acertarán el nombre del hoy nuestro más musculado expresidente. En todas partes, y desde hace mucho, cuecen habas: pasen por YouTube y compruébenlo.