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CARTA DEL DIRECTOR

Ni plan ni estrategia

Manuel Castillo

Domingo, 7 de septiembre 2014, 12:46

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Esta semana que termina ha tenido un sello muy internacional. Primero fue la presentación en París del Centro Pompidou de Málaga y luego la visita del presidente mundial de la multinacional Fujitsu, Masami Yamamoto, y la celebración en Marbella del Foro España-Estados Unidos con la presencia de los Reyes de España y un reconocimiento expreso de Felipe VI a la iniciativa turística y empresarial de Málaga y Marbella. A pesar de que no deja de ser una coincidencia temporal, son signos de dinamismo de la provincia de los que se pueden sacar conclusiones positivas y alentadoras desde un punto de vista 'macro', como hacen los economistas. Pero si bajamos el balón al suelo y realizamos un análisis más doméstico, descubrimos espacios de sombras sobre los que es necesario por constructivo arrojar luz. El Centro Pompidou de Málaga es, como señalamos en el editorial del periódico, una buena noticia por el efecto de locomotora que puede ejercer en la oferta cultural y turística, pero es evidente que la gestión de este proyecto ha estado falto de transparencia e información, lo que no hace más que alentar dudas y suspicacias que se podrían haber evitado. Es urgente que el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, aclare cuál es la política cultural y turística de la ciudad, su coste, sus previsiones de retorno, sus objetivos, porque de otra forma la ciudadanía difícilmente podrá entender tanta proliferación de proyectos museísticos y culturales, todos ellos con una importante repercusión en las arcas públicas y a escasas fechas de las elecciones municipales. Las potencialidades de Málaga y toda la provincia son enormes, pero se percibe una peligrosa tendencia a la acumulación de proyectos e iniciativas sin aparente criterio, sin planificación y sin estrategia. Y eso es, precisamente, lo que provoca tanta confusión.

La saturación de la oferta gastronómica del centro histórico es un buen ejemplo de lo que puede ocurrir en la ciudad en otros aspectos. Muchos restaurantes, muchos hoteles y muchos museos por aluvión, sin configurar una oferta global capaz de satisfacer a todo tipo de visitantes, desde el turismo urbano, el de cruceros o el de lujo. Un importante empresario extranjero me comentó hace unos días un detalle a tener en cuenta: «Lo del Picasso o el Pompidou está muy bien, pero no te equivoques, los ingleses o los alemanes vienen por el sol y playa; y luego quieren buen servicio, limpieza y seguridad. Y que no les engañen». Y es verdad. Es fácil perder la perspectiva y descuidar las cosas que hacen de una ciudad el destino preferido y que suelen ser generalmente muy sencillas: el buen trato, la calidad, la comodidad... Y las playas y las aguas limpias. O, al menos, que no estén sucias.

Foros como el de España y Estados Unidos, el respaldo del presidente mundial de Fujitsu a la planta del PTA, la próxima escala en el Puerto del mayor crucero del mundo, la reactivación del turismo y otros muchos ejemplos demuestran las enormes posibilidades de Málaga. Sin embargo, da la impresión de que gran parte de este caudal de oportunidades y riqueza se pierde por falta de planificación y coordinación, como una inmensa red de riego que por obsolescencia o dejadez de sus tuberías desperdicia gran parte de su potencial.

Málaga y la Costa del Sol, con Marbella como marca internacional, están en un momento crucial ahora que se vislumbra la recuperación. Y no sólo en el turismo, sino en sectores como el agroalimentario, el tecnológico e incluso en el inmobiliario. Pero se necesita una visión estratégica capaz de detectar las necesidades y carencias, aunar esfuerzos e inversiones y plantear objetivos comunes. Y priorizar. Hay mucho talento en Málaga y también muchas ideas e iniciativas. Sería una pena que mucha de esta energía se quedara por el camino o acabara en cualquier otro rincón del mundo simplemente por la incapacidad para ponerse de acuerdo. O por ausencia de líderes que piensen más allá de su próxima campaña electoral.

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