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Dos horas y media

Al menos sabemos hablar. Los trenes solo chocan en las vías

Félix Madero

Viernes, 1 de agosto 2014, 12:53

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No, no somos lo peor. No, no es verdad eso de que no tenemos remedio. Y tampoco aquello de Gil de Biedma de que la Historia de España es la más triste y por eso termina mal. Y no, no somos un pueblo predestinado a la desgracia, la mala leche y la envidia. Somos más normales y corrientes de lo que a veces pensamos. Sí, eso, somos corrientes, y hasta un poco simples a la hora de comprendernos. Como españoles nos miramos mal al espejo. Deberíamos hacer como aconsejaba Gandhi cuando decía que la vida es como un espejo: si le sonríes, te mira sonriendo. Y no, amigo lector, no estamos tan mal siendo como son muchos los problemas, sobre todos el de la falta de trabajo.

Estaban los medios calentando el ambiente con el choque de trenes que debería haber tenido lugar en La Moncloa entre Mariano Rajoy y Artur Mas. Choque imposible porque solo había un tren en los raíles. Fuese, y no hubo nada, que diría Cervantes. Resulta que han hablado dos hora y media y han decidido seguir dialogando. No han acordado nada porque los dos están muy lejos, pero seguirán hablando. Se han visto, han intercambiado pareceres. Se han mirado a la cara y han comprobado que lo que parecía imposible no lo es. El diálogo en sí mismo no es ni bueno ni malo, que ya ven como israelíes y palestinos llevan dialogando más de medio siglo y se comunican con bombas. El diálogo es, sin embargo, una actitud que mantiene siempre la puerta abierta. Rajoy no puede aceptar la consulta independentistas del nueve de noviembre. Mas no sabe cómo apartarla. ¿No habrá en el medio un punto de encuentro?

Artur Mas vino ayer a Madrid débil, tocado, incapaz de pensar con tranquilidad en el futuro de la Comunidad que preside, insuficiente para imaginar el suyo. Sus errores, especialmente ERC, han acabado con él, aunque eso aún no lo sabe. Rajoy sí, y sabe que tras lo de Pujol saldrán asuntos que harán a Mas pequeño y prescindible, si es que ya no lo es. Tantos años al lado de Pujol, tantos llevando las finanzas del Gobierno catalán, tantos siendo el heredero y finalmente el titular. ¿Cómo apartarse de la sombra de Pujol sin que la ola te lleve? Y, sin embargo, Rajoy se olvidó ayer de bajar la muleta y castigar con el engaño al animal herido que hoy es. También eso es política, y no de la mala.

Cundió en La Moncloa la inteligencia, el sentido común y también la insuficiencia. La consulta soberanista del nueve de noviembre separa a Rajoy de Mas, pero hay también un territorio en el que cabe la discusión y en el que nada debería estar predeterminado. No somos tan raros. Resulta que sí, que pueden seguir hablando. Si Pedro Sánchez, el nuevo líder del PSOE se saluda sonriente con el Rey Felipe VI; y si Rajoy hace lo mismo con Toxo, Méndez y Rosell es que no estamos tan mal. Al menos sabemos hablar. Los trenes solo chocan en las vías.

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