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CITA EN EL SUR

Historias de jóvenes

No se enteran de que hay un punto de no retorno, que si no te quieren te vas, que aunque te quieran a veces no basta, que no es no

PABLO ARANDA

Jueves, 31 de julio 2014, 12:33

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Hace calor (aunque ayer fue el 11 del 11 de 2011) y me cuenta un señor en una piscina, los pies en el agua, que tiene un hijo ingeniero que después de tres años ha encontrado trabajo y gana 900 euros al mes. A veces le piden al joven ingeniero que trabaje el fin de semana, y se lo pagan ¡en bonos de El Corte Inglés! Entran ganas de ser monologuista y sacarle partido a la historia. En el periódico del domingo un joven satisfecho ocupaba una página entera: con 24 años gana 1.600 euros al día, 600 mil al año. Se dedica al mundo del videojuego y sostiene lo siguiente: «sé que puedo ser el mejor del mundo en algo, eso es lo que al resto le falla». Creo que a él le falla el 'le falla'. Puede que la vanidad no le quepa en el cuerpo o, démosle una oportunidad, puede que no controle demasiado bien el lenguaje y no diga exactamente lo que piensa, puede que incluso no sepa exactamente lo que piensa. Un tercer joven, más famoso que los dos primeros y que también gana lo suyo, imagino, Frank de la Jungla, es quizá el mejor del mundo en su campo (su jungla), o uno muy bueno (¿no es suficiente?), resulta que tiene vida más allá de los animales salvajes que lo esperan en ríos turbios. El periódico es una fuente inagotable de historias (en la página 60 del domingo aparecía el de los videojuegos; en la 60 del lunes, Frank) y así me entero de que Frank de la Jungla tiene el mejor documental dentro de sí mismo: la mujer tailandesa con la que estaba casado, con la que mantiene una buena relación y que es madre de sus hijos (uno de ellos se llama Zape; otro, Pepsi, y los otros dos son Zen y Zorro), ha sido condenada a más de 15 años de cárcel en Tailandia tras serle encontrados 0,05 gramos de cocaína. La legislación tailandesa no distingue entre consumo propio y tráfico. Incluso podría ser una trampa por las denuncias de Frank contra las mafias de Tailandia.

Ya en el periódico de ayer, nos enteramos en la primera página, además de que se inauguró por fin el metro, de que -a este lado de la superficie, en nuestra selva- un hombre esperó a su ex novia en un portal y la mató (matar debería ser complicadísimo de conjugar). Tenían una hija de 4 años a la que se le ha caído el futuro encima. La sangre encharca la calle y cala sobre las estaciones del metro. Donde tiene que gotear es en el techo de los colegios e institutos, donde no se enteran de que hay un punto de no retorno y no es este, que si no te quieren te vas, que aunque te quieran a veces no basta, que no es no, que hay todavía más animales a este lado de los documentales de Frank de la Jungla, y que sólo Frank debe acercarse a ellos.

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