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TIRO LIBRE

La pasión de Chema

Su persona se agrandaba aún más si cabe dentro de la cancha

PEDRO RAMÍREZ

Sábado, 26 de julio 2014, 12:51

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Las pasiones de Chema eran su familia, sus amigos y el baloncesto. Lo llevaba tatuado en su piel y en su alma. Este deporte era su medio natural, como pez en el agua, ahí fuera todo era más inhóspito y complicado.

Su persona se agrandaba aún más si cabe dentro de la cancha, se sentía seguro en ella, y le gustaba tanto postear ante sus rivales como rodearse de chavales, a los que protegía como el verdadero padrazo que llevaba dentro, transmitiéndoles sus conocimientos del juego y la importancia de adquirir ese espíritu de equipo en lo que él era un verdadero maestro. Su singular figura grande y poderosa contrastaba con su entrañable personalidad y su permanente e infantil sonrisa que conservaba y con la que afrontó siempre los buenos y los malos momentos.

Yo lo recuerdo apenas espigado y empezando a asomarse a la cancha de los Guindos, ya entonces mostraba mucha naturalidad y desparpajo cerca del aro. Su altura, fuerza y talento se compensaban en buenos augurios de jugador; su aportación resultó siempre muy rentable para todos los equipos en los que estuvo. En su etapa en la cantera del Unicaja y con su generación G-82, que tanto llevaba a gala, logró grandes éxitos, un campeonato de España cadete y un subcampeonato de España júnior, además de grandes amigos.

Su emotiva y estrecha vinculación también con el C. B. el Palo en su actividad como jugador y después como entrenador y la entrega y cariño que como monitor del Campus de Baloncesto de Unicaja mostró durante muchos años a todos los niños y niñas que pasaron por el como antes lo hizo su querida hermana Nuria es imposible de olvidar, por lo que quiero testimoniar desde aquí mi homenaje y eterno agradecimiento.

Ya solo nos queda combatir el olvido, grabar en la memoria sus recuerdos y apoyar, aunque sea en silencio, a su familia y sus amigos porque faltan palabras para expresar esto que se nos queda dentro.

La gran familia del baloncesto malagueño, compañeros y amigos, entrenadores, árbitros, directivos, padres, madres, jugadores y jugadoras que tanto le pudimos disfrutar y que algunos vimos crecer echaremos mucho de menos su gran humanidad y esa cara de niño travieso.

Solo en el dolor que produce esta intempestiva despedida seremos capaces de comprender el verdadero alcance de lo que hemos perdido, porque pasa siempre con aquellos que más queremos. Pero como dijo Paulo Coelho: «El que está acostumbrado a viajar, sabe que siempre es necesario partir algún día». Amigo, allí donde vas nos veremos.

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