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Picasso, 'number one'

Manuel Castillo

Miércoles, 21 de mayo 2014, 12:46

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Bendito azar. El pintor más influyente del siglo XX nació en la plaza de la Merced. A partir de este hecho fortuito, de esta suerte mágica, Málaga está construyendo todo un armazón cultural internacional sustentado en la armadura de la mirada, en mi opinión, más impactante de la historia del arte; la de Pablo Ruiz Picasso. «El number one», como resumió con tino y eficacia en estas mismas páginas la actual conservadora del Guggenheim, Carmen Giménez. Picasso y nada más. Y nada menos. No es una exageración afirmar que su arrollador poder de seducción ha abierto las puertas de Málaga a todo el mundo, ofreciendo una dimensión de la ciudad impensable hace unos años. Málaga, la ciudad de Picasso. Y este binomio es un privilegio que, por accidental, no deja de ser fantástico.

El Museo Picasso cumple ahora su décimo aniversario consolidado como baluarte de una oferta cultural internacional de Málaga que vive un momento extraordinario. Es necesario, y justo, poner en valor todo lo que esta ciudad ha sido capaz de construir alrededor de la figura del genio. Sin complejos ni prejuicios. Málaga es un referente artístico internacional gracias al Museo Picasso y también gracias a la Fundación Casa Natal, al Centro de Arte Contemporáneo, al reciente Museo Thyssen y también el germen de una generación comprometida con la creatividad, porque no puede vivir sin ella, y dispuesta a hacer cosas, a construir, a imaginar proyectos y a hacerlos realidad. Y todo ello en lucha permanente y en resistencia numantina frente a lo que Salvador Moreno Peralta denominó en estas páginas como 'demoledores de ideas'. Sólo recopilar los artistas que han visitado esta ciudad en los últimos años y las exposiciones organizadas darían una justa dimensión de lo que Málaga es hoy en el panorama cultural internacional. Es cierto que se han cometido errores y torpezas, pero ninguna tan calamitosa como para frenar este ímpetu picassiano que empuja a la ciudad.

Y hoy, con las excusas que ofrecen los aniversarios, sería un buen momento para aunar esfuerzos, ideas y aspiraciones. Confluyen además no solo proyectos, sino personas capaces de aportar. Lebrero, Luna, Francés, Thyssen, Carmona tienen en común el deseo de la excelencia, el aval de su trayectoria y, especialmente, el talante para hablar, dialogar y llegar a acuerdos. Sería magnífico, en este décimo aniversario, la constitución de un Patronato integrado por los grandes museos y centros de Málaga capaz de trabajar en común y ajeno a vaivenes y caprichos políticos que, si bien han tenido un papel determinante en todo esto, y es justo decirlo, no siempre suman y a veces restan.

Este aniversario, y más en los tiempos que corren, debe servir para felicitarse, para reconocerse en el éxito y para poner en valor lo importante y lo trascendental. Y para darle las gracias a Picasso y a su familia, a Christine y a Bernard.

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