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M. S. P.
MADRID.
Martes, 19 de junio 2018, 00:04
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Diego Torres apuró más el plazo que su exsocio y no ingresó hasta las 17:00 horas de ayer en la cárcel Brians 2, en Sant Esteve Sesrovires (Barcelona), entre gritos procedentes de dentro del centro penitenciario.
Pero antes de entrar, la defensa de Torres puso en marcha la última maniobra procesal para intentar interrumpir por un tiempo de la condena de cinco años y ocho meses que le impuso el Supremo por los delitos de malversación, prevaricación y fraude a la administración.
Su abogado, Manuel González Peeters, poco antes de acompañarle en su paseíllo hacia la puerta de Brians 2, pidió al Gobierno de Pedro Sánchez el indulto de su cliente. Y al tribunal sentenciador, la Audiencia Provincial de Palma, que suspendiera la ejecución de la condena mientras el Ejecutivo decide sobre la petición de perdón.
Se trata de una maniobra procesal desesperada, ya que es harto improbable que el Gobierno conceda un indulto por delitos relacionados con corrupción. Como es también casi imposible que la Audiencia congele el cumplimiento de una pena que ya ha sido confirmada por el Supremo.
La defensa de Urdangarin, que también está a tiempo de pedir el indulto, ya ha rechazado prácticamente esta posibilidad. El abogado del cuñado del Rey, Mario Pascual Vives, también ha asegurado que, por el momento, tampoco contempla recurrir la condena al Constitucional y pedir a la corte de garantías que paralice la condena en tanto resuelve el amparo.
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