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Torra, el pasado 14 de mayo, cuando fue elegido presidente de la Generalitat. :: t. albir / efe
Torra, un gol en propia puerta

Torra, un gol en propia puerta

SOS Racismo ha criticado su talante ideológico, tachándolo de «peligroso, irresponsable e inaceptable, basado en prejuicios» El discurso del nuevo presidente retrotrae al independentismo a su pasado más negro

CRISTIAN REINO

BARCELONA.

Domingo, 20 de mayo 2018, 00:31

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El independentismo debate estos días si la elección de Quim Torra como presidente de la Generalitat es un error y un gol en propia puerta. Se reflexiona si su investidura será un freno para el movimiento secesionista en su objetivo de ampliar la base electoral, su principal talón de Aquiles. Esquerra y la CUP tomaron distancias desde el primer momento, aunque favorecieron su investidura. «Hay que construir país a partir de la diversidad», afirmó Sergi Sabriá (ERC) en el debate de investidura. «El peor enemigo de la Cataluña libre es la Cataluña pura», tuiteó Joan Tardá. «Defendemos un país inclusivo y no identitario», aseguró Carles Riera, de la CUP en la misma sesión. El asunto estará sobre la mesa los próximos meses.

Y es que si alguna ventaja ha tenido estos últimos años el independentismo respecto al constitucionalismo era que tenía mejor prensa: supo venderse mejor. Ser 'indepe' está de moda y es visto como algo 'progre' y hasta revolucionario. El proceso se ha llegado a comparar con Mandela, Gandhi o el Mayo del 68. Como algo 'guay' entre la gente joven. El discurso de la revuelta de las sonrisas, entendida como una manera de dejar de pertenecer a una España cutre, facha y aún en blanco y negro, ha calado en amplios sectores de la sociedad. Con Quim Torra puede que sea diferente.

Su independentismo ya no es amable, no puede decir que no vaya contra nadie, porque es básicamente antiespañol y muy identitario. SOS Racismo ha emitido esta semana un comunicado según el cual considera que el discurso ideológico del presidente, plasmado durante años en artículos de prensa, es «peligroso, irresponsable e inaceptable, basado en prejuicios». Además, Movimiento contra la Intolerancia le ha denunciado ante la Fiscalía Superior de Cataluña por un presunto delito de odio.

«Carroñeros» o «bestias»

Sorprende que cuando casi nadie en el secesionismo catalán reconoce ser nacionalista (incluso Mas rechaza ya este calificativo, que tiene mala fama en Europa por el surgimiento de dirigentes como Orbán, Farage o Le Pen), Carles Puigdemont haya elegido al más nacionalista de todos. En este caso, por sus obras no le conoceréis, sino por sus artículos y sus tuits. Y por los personajes a los que ha admirado. Empezando por algunos de los más siniestros. Torra se ha dejado ver estos años en actos de homenaje a los hermanos Josep y Miquel Badía y a Daniel Cardona. Todos ellos de su época favorita, el primer tercio del siglo XX. Los Badía lideraron Estat Catalá, un partido secesionista, fundado en los años 20 que abogó por la lucha armada.

Miquel Badía y Cardona participaron en el intento de asesinato del rey Alfonso XIII en 1925. Cardona fundó también Sosaltres Sols, inspirado en el Sinn Fein. Derivó en partido fascista y defendía la superioridad de la raza catalana («más puramente blanca») respecto a la española. «Un cráneo de Ávila no será nunca como uno de la plana de Vic», dijo Cardona. Torra llegó a calificar a los hermanos Badía, terroristas y torturadores, como «los mejores ejemplos del independentismo». Durante años, Torra, que definió el centro cultural del Born como la «zona cero» del independentismo, ha dejado escrito qué piensa sobre los españoles, desde su posición de activista secesionista en la entidad Ómnium Cultural. Ha pedido disculpas en varias ocasiones desde que fue propuesto a la investidura y alegó que los textos fueron sacados de contexto e incluso escritos con ironía, pero su pensamiento le va a perseguir durante todo su mandato.

La oposición tiene dinamita para dar y tomar. A los catalanes castellanohablantes, los calificó de «carroñeros, víboras, hienas. Bestias con forma humana, que enjuagan odio». «Un odio perturbado, nauseabundo, como una dentadura postiza con moho, contra todo lo que representa la lengua», escribió en 2012. Ese mismo año, puso también negro sobre blanco que «no es nada natural hablar en español en Cataluña». «No querer hablar la lengua del país es el desarraigo, la provincialización, la voluntad persistente de no querer asumir las señas de identidad de donde se vive». Más aún: «Se corre el riesgo de que la nación se deshaga como un azucarillo en un vaso de leche, atenazada entre la avalancha inmigratoria, el monstruoso expolio fiscal y una globalización que sólo trata con respeto a quien pertenece al orden mundial, los estados».

Además, están sus tuits: «Vergüenza es una palabra que los españoles han eliminado de su vocabulario». «Escuchar hablar a Albert Rivera de moralidad es como escuchar a los españoles hablar de democracia». «Los españoles sólo saben expoliar». «Evidentemente, vivimos ocupados por los españoles desde 1714». «El fascismo de los españoles que viven en Catalunya es infinitamente patético, repulsivo y burdo».

En realidad, su pensamiento no difiere del que dejó escrito Jordi Pujol ya hace años en un libro muy polémico en el que decía que el «hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido, generalmente un hombre poco hecho, que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Si por la fuerza del número llegase a dominar, destruiría Cataluña».

En el debate de investidura, el líder de los comunes, Xavier Domènech, le lanzó varias veces una misma pregunta: «¿Qué piensa de los españoles y del 70% de los catalanes que también se consideran españoles?». No hubo respuesta. Torra pidió disculpas por su pasado, pero acabó de estropearlo al afirmar, durante dos días consecutivos, que lo que les pasa a los presos secesionistas es una «crisis humanitaria». De Siria no se acordó.

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