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M. SÁIZ-PARDO
Jueves, 22 de marzo 2018, 00:04
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madrid. La infanta Cristina se tomó su particular revancha ayer en el Supremo contra Manos Limpias, el pseudosindicato que le llevó al banquillo en solitario y que ahora vive sus horas más bajas con sus principales responsables encausados por los intentos de chantajes, entre otros, a la propia hermana de Felipe VI.
La defensa de Cristina de Borbón, que fue absuelta de las acusaciones de cooperadora necesaria de los delitos fiscales de su marido pero que fue condenada a pagar una multa de 265.088 euros por ser partícipe a título lucrativo de esos ilícitos, puso toda la carne en el asador en el Supremo para conseguir que el alto tribunal confirme la condena a pagar las costas a Manos Limpias que le impuso la Audiencia de Palma y que supondría el estrangulamiento económico definitivo del colectivo. La acusación popular, sostuvo el abogado Pau Molins, actuó con «patente de corso» con el único fin de hacer daño a la infanta.
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