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Xavier García Al biol, ayer, acompañado por dirigentes del PP catalán, después de valorar lo resultados electorales del 21-D. :: quique garcía / efe
El PP se hunde en Cataluña en las elecciones convocadas por Rajoy vía artículo 155

El PP se hunde en Cataluña en las elecciones convocadas por Rajoy vía artículo 155

Albiol no dimite el 21-D y reprocha a Ciudadanos que advirtiera de la inutilidad de votar a los populares

NURIA VEGA

MADRID.

Viernes, 22 de diciembre 2017, 01:27

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Derrota sin paliativos. El PP sufrió anoche el hundimiento de su suelo electoral en Cataluña. Ni las encuestas más pesimistas habían sido tan adversas para el partido como la realidad de las urnas. Los populares se quedaron sin asideros para minimizar el golpe y durante horas cruzaron los dedos por poder mantener el grupo parlamentario. Con sus tres escaños -al menos al cierre de esta edición perdieron el cuarto- se quedaban a dos de poder lograrlo.

«Desastre» fue el resumen del PP en privado. «Malo para nosotros y malo para Cataluña», repitieron los pocos que se atrevían a hablar y a aparecer. El de ayer fue el peor resultado de su historia en Cataluña. Ni tan siquiera como Alianza Popular llegó a obtener tan pocos escaños en 1988, cuando el exministro Jorge Fernández Díaz se quedó con seis representantes. La contundencia del recuento negó todas las lecturas para salvar los muebles. El electorado avaló a la Generalitat destituida, Ciudadanos arrasó el espacio de los populares y el partido conservador no pudo ni siquiera superar a la CUP. Aun así, el presidente del PP de Cataluña se aferró a que los independentistas, con el 90% escrutado en el momento de su comparecencia, no superaban en votos a los no secesionistas y cargó contra Ciudadanos, pese a felicitar al partido por su victoria en las urnas.

Xavier García Albiol reprochó a Inés Arrimadas su estrategia de desgaste hacia el resto de formaciones del bloque constitucionalista. «Han fracasado -incluso se permitió valorar- los que estaban apelando al voto útil». Y en este contexto auguró a los liberales una celebración no demasiado dilatada en el tiempo. «Algunos seguramente estarán muy satisfechos porque han ganado las elecciones y tendrán alegría durante cinco minutos, pero ellos igual que nosotros, probablemente, estaremos en la oposición durante algunos meses», reprochó y dejó ese pronóstico impreciso de «algunos meses» en el aire.

Pero no dimitió. La dirección nacional ya había descartado que eso fuera a ocurrir ayer por la noche. La campaña, ensalzó García Albiol, se ha desarrollado con «dignidad». Uno de los valores que siempre exhibe el dirigente popular es su pasado como alcalde de Badalona entre 2011 y 2015, cuando los pactos postelectorales le apartaron de la alcaldía. Ayer con el 99,34% del recuento completado, en esa ciudad había perdido 16.409 respaldos respecto a los comicios catalanes de 2015.

Lectura nacional

Más allá de las conclusiones que el partido deberá extraer en Cataluña, tampoco Mariano Rajoy sale indemne de estas elecciones. Desde el Gobierno se reclamaba ayer tranquilidad y se intentaba blindar la aplicación del artículo 155 de la Constitución de los movimientos electorales. Las medidas al amparo de este precepto se aprobaron ante el desafío del secesionismo a la legalidad. Pero el respaldo ciudadano a los exdirigentes de la Generalitat, Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, cayó como un jarro de agua fría.

Como presidente del PP, Rajoy reunirá hoy a su Comité Ejecutivo Nacional en la calle Génova a partir de las doce. Será el marco en el que analizar lo ocurrido y se prevé una llamada a mantener la unidad y el «orgullo», como aseguraban ayer representantes del partido, sin dejarse arrastrar por la derrota.

Es un hombre de ánimo templado y, si logra cumplir su hoja de ruta, no convocará elecciones generales hasta junio de 2020. Ayer estaba acompañado en la sede nacional del partido por la plana mayor del PP y el Gobierno. La desolación no llevó a perder la calma. Pero la mirada a Ciudadanos es inevitable. La victoria, aun moral, de Arrimadas, sumada a la debacle de los conservadores, no es un buen punto de partida.

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