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El expresidente catalán descarta volver si puede acabar detenido

El expresidente catalán descarta volver si puede acabar detenido

Se burla desde Bruselas de la justicia española al asegurar que la retirada de la euroorden se debe a que «les ha entrado el miedo a perder»

ADOLFO LORENTE

BRUSELAS.

Jueves, 7 de diciembre 2017, 00:03

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Las embestidas contra el Estado español vienen de serie. La gran incógnita era saber si Carles Puigdemont volverá a España para ser detenido y enfrentarse a la justicia como hicieron los ocho miembros del Govern que no decidieron huir a Bélgica el 30 de octubre. ¿Volverá, sí o no? Depende.

Galleguismo 'rajoyano' en estado puro. El expresident mostró una calculada ambigüedad asegurando, por un lado, que «estamos deseando» y, por el otro, que «ya verá si podemos, si existen garantías». ¿Garantías, de qué? No entró al juego, pero sí lo hizo la exconsejera Clara Ponsatí: «Si la justicia española cierra los casos penales contra nosotros y deja libres a los que están en la cárcel, estaríamos felices de volver a hacer campaña». A su lado, él asintió.

Pasados 36 días desde su primera, única y caótica rueda de prensa en Bruselas, Puigdemont volvió a convocar a los medios internacionales y españoles (a quienes tenía vetados hasta ayer) para valorar el nuevo escenario que se abre después de que el magistrado del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, decidiese retirar las euroórdenes y las órdenes de detención internacional que pesaban sobre él y los otros exconsejeros huidos: Ponsatí, Toní Comín, Meritxel Serret y Lluís Puig.

Todos intervinieron en la conferencia de prensa. No hay que olvidar que son compañeros de fuga pero también enemigos en las urnas. El 21-D se presentarán en dos listas separadas, la de JxCAT y la de ERC.

Estuvieron acompañados por sus abogados belgas y tanto unos como otros no dejaron de sonreír en todo momento. «Hemos ganado, España ha perdido», zanjó Comín. «El Estado español ha retirado la orden de entrega porque tenía miedo de que el juez belga decidiera que lo que hemos hecho es perfectamente normal en un sistema democrático. Al Estado español le ha entrado miedo a peder y a hacer el ridículo», ironizó.

Tras asegurar que «se ha demostrado que nuestra estrategia de internacionalizar nuestra persecución política era la correcta», el cabeza de lista de Junts per Catalunya arremetió contra el Gobierno de Mariano Rajoy al asegurar que «se creen muy valientes cuando están rodeados de amigos y tienen fiscales afines, pero que cuando están bajo el escrutinio internacional, no lo son tanto. Se ha constatado que la euroorden era una chapuza», zanjó.

Descolocados con Llarena

Lo que sí está claro es que la jugada del juez Llarena ha descolocado a los huidos. Puigdemont, de hecho, reconoció que hubiese preferido esperar a que la justicia belga se pronunciase para intentar no ser extraditado e incluso ser extraditado sólo por malversación, como idearon cuando llegaron a Bélgica.

¿Y ahora, qué? Están libres de viajar por todo el mundo, pero aseguran que de momento se quedarán en Bélgica. ¿Está preparado para hacerlo durante toda la vida?, le preguntaron. «Desde el momento en que tomo mis decisiones, estoy preparado con todas sus consecuencias», dijo. No obstante, lo fió todo a lo que puede suceder el 21-D. «¿Se respetará el resultado? Sería una paradoja que los ciudadanos me eligieran diputado y presidente y que después del debate de investidura, saliera del Parlament esposado. Una democracia madura no se lo puede permitir», señaló.

Mientras espera esas «garantías» para decidir su futuro, anoche dio un mitin junto a Artur Mas en el mismo hotel de la mañana y en el que se refirió a la aplicación del artículo 155 de la Constitución y a la propia campaña electoral como «la normalidad de los vencedores que imponen por la fuerza aquello que en cualquier país democrático se impone con la razón y empatí». «En Flandes lo saben cuando recuerdan al duque de Alba», añadió.

Ambos, Puigdemont y Mas, participarán hoy una manifestación en la que asistirán «unos 20.000 independentistas» llegados de Cataluña para exigir a la UE que sean escuchados.

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