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ADOLFO LORENTE
LOVAINA.
Miércoles, 31 de enero 2018, 00:09
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Se emitió a las 20:36 horas en 'Youtube', fue difundido por las redes sociales y duró siete minutos y 28 segundos. Al final, sí hubo mensaje telemático de Carles Puigdemont. Sin embargo, ni fue el que él imaginó ni el que había ideado. Porque ayer todo estaba concebido y supuestamente acordado para que fuese reelegido presidente de la Generalitat. Pero no, algo se rompió en el universo independentista. Sin embargo, Puigdemont se afanó en intentar coser las costuras aunque lanzando un par de dardos envenenados. «Hoy me hubiera gustado dirigirme a todos vosotros con el pleno ya celebrado e investido como president. Lamentablemente, el pleno no se ha celebrado. El presidente del Parlament ha optado por otro camino y su decisión la tenemos que respetar», aseguró. Eso sí, le advirtió de que «no hay otro candidato ni otra mayoría posible. La democracia ni se aplaza ni se suspende». O él o él.
El día en el que Puigdemont creía que iba a volver a ser elegido president comenzó, cómo no, a través de Twitter. Por la mañana, a las 9:43 horas, escribió un mensaje recordando el preámbulo y el artículo 1 de la Convención Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Luego, cuando se las prometía muy felices, llegó el lío y con él, su silencio. Estaba prevista su presencia en un acto de campaña de los nacionalistas flamencos en Lovaina. Al final, les dio plantón, aunque sí envió un vídeo grabado en inglés denunciando que «la democracia está en riesgo». Pero el gran vídeo, el que estaba dirigido a sus electores y a ERC, sobre todo, se hizo esperar. Estaba también previsto a las ocho de la tarde pero al final se colgó a las 20:36 horas.
Sabedor de que su futuro político depende de ERC y la CUP, hizo un llamamiento a la calma. «Lo que nos ha llevado hasta aquí es la unidad, no lo perdamos, ya que sólo con unidad podremos superar los próximos desafíos». Y como no hay mejor manera que hacer piña que fustigando al enemigo, Carles Puigdemont centró su intervención en demonizar al Gobierno español.
«El Estado ha intentado cambiar en los despachos lo que no ha logrado en las urnas. No podemos esperar garantías de un Gobierno que suspende los derechos más elementales y que está dispuesto a pagar el precio que sea necesario. No aceptaremos su chantaje», zanjó.
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