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Furgoneta en la que Idoia López Riaño ha sido recogida.
'La Tigresa' sale de la cárcel después de 23 años

'La Tigresa' sale de la cárcel después de 23 años

La exetarra, condenada a quinientos años de prisión por 23 asesinatos, se acogió a beneficios penitenciarios y rompió con la banda. Ha abandonado la prisión a las 11.50

ÓSCAR B. DE OTÁLORA

Martes, 13 de junio 2017, 02:54

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Idoia López Riaño, la exmiembro de ETA conocida por su apodo policial, 'La tigresa', ha salido en libertad de forma definitiva esta mañana a las 11.40 horas tras haber cumplido 23 años de los más de 500 años a los que fue condenada por participar en 23 asesinatos. La etarra se ha visto beneficiada por el antiguo Código Penal que permitía redimir condenas pero también por su decisión de separarse de la ortodoxia de la banda. Tras una evolución que comenzó a recorrer cuando ya se encontraba en prisión, esta terrorista llegó a pedir perdón por su pasado y mostró su rechazo a la violencia.

López de Riaño formó parte de los etarras que se acogieron a la denominada 'vía Nanclares' -en referencia a la cárcel alavesa a la que eran trasladados los miembros de la banda que decidían romper con la disciplina etarra-el recinto que sustituyó al antiguo centro penitenciario de Nanclares-. Según fuentes de su entorno, la obsesión de esta etarra, que hoy abandonará la prisión de Zaballa, es desaparecer ahora de la vía pública y teme enfrentarse a la situación en la que vivirá después de haber sido uno de los iconos más violentos de ETA durante años.

Porque 'La tigresa' -apodo que le asignaron las fuerzas de seguridad ya que su alias en la banda era 'Margarita'- es uno de los miembros más conocidos de la banda. Nacida hace 53 años en la localidad guipuzcoana de Rentería en el seno de una familia de emigrantes salmantinos, se incorporó a las filas del nacionalismo radical cuando apenas tenía quince años. Cinco años más tarde ya formaba parte de ETA. En la banda llegaría a ser miembro del 'comando Madrid' que cometió atentados indiscriminados en la capital de España. Está acusada de asesinar a 21 guardias civiles con dos coches bombas colocados al paso de autobuses del instituto armado, así como de otras dos muertes, entre ellas, la de un supuesto traficante de drogas de su pueblo. Sus ojos verdes, su melena y su aspecto tejieron alrededor de ella una imagen de 'Mata Hari' que seducía a policías y guardias civiles en las discotecas de Madrid para conseguir información -algo que ella siempre ha negado- y le dieron una imagen de 'viuda negra' que aún perdura.

Fue detenida en Francia en 1994, cuando había mantenido ya diferentes disputas privadas con los miembros de la cúpula de la banda. Las diferencias, no obstante, se debían a criterios organizativos y a que ella rechazaba la estricta disciplina que la organización imponía a sus miembros. En 2002, por ejemplo, todavía apoyaba la violencia y seguía las consignas que marcaba ETA.

Fue en 2010 cuando comenzó a cambiar su punto de vista con respecto al terrorismo y a mostrar su disidencia, en un primer momento de forma privada y más tarde pública. La etarra rompió la norma que prohibía a los terroristas acogerse a medidas de reinserción y comenzó a aceptar realizar trabajos en la cárcel para reducir su condena. Entre otras tareas se encargó de atender a presos terminales y participó en diversos cometidos de la cárcel. La banda había negado el acceso de sus presos a estas medidas por entender que se rompería la disciplina interna si cada interno podía actuar por su cuenta y los justificó con la expresión de que los etarras condenados no podían aceptar la legalidad española. En 2014, 'Margarita' llegó a conseguir un permiso especial para salir de prisión y sacarse el carné de conducir. Para entonces, ETA ya le había expulsado de la banda y del colectivo de presos por haber quebrantado las imposiciones de la cúpula.

El año pasado escribió una carta en la que afirmaba sentir «el dolor causado» y mostraba su más «profundo respeto y admiración por aquellas personas, víctimas y victimarios, que desde ese dolor, a través de él, y por encima de él, intentan que nunca nada así vuelva a producirse». «Me duelen todos, absolutamente todos los muertos, me duelen los padecimientos de sus familias y seres queridos y de todo lo que se les privó. Las muertes que el 'comando Madrid' provocó me duelen en lo más profundo de mi alma», añadió.

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