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Mariano Rajoy, durante la inauguración del congreso de Nuevas Generaciones en Sevilla. :: raúl caro / efe
La citación de Rajoy añade incertidumbre  a la legislatura

La citación de Rajoy añade incertidumbre a la legislatura

El Gobierno teme que la declaración del presidente como testigo en el juicio de ‘Gürtel’ y el estigma de los casos de corrupción en el PP pongan en peligro la estabilidad parlamentaria y los imprescindibles pactos en el Congreso

NURIA VEGA

Domingo, 23 de abril 2017, 01:04

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El día en el que los cabecillas de la red Gürtel fueron condenados a 13 años de prisión, el PP inauguraba en las instalaciones de la Caja Mágica de Madrid su XVIII Congreso Nacional. En las puertas del complejo, Mariano Rajoy, a punto de ser ratificado por cuarta vez líder de su partido, enterró la corrupción en el pasado con la esperanza de que pronto los escándalos formasen parte de la historia «mala» de su formación. Dos meses después de aquello, sin embargo, los populares temen no poder superar el estigma de esa lacra.

La citación de Rajoy como testigo en el juicio por Gürtel y la detención del expresidente de la Comunidad de Madrid Ignacio González, han contribuido esta semana a reavivar las recelos de la oposición hacia el Gobierno en minoría del PP. Ya no se trata del riesgo de un nuevo retroceso en las urnas. Hace tiempo que, de hecho, los dirigentes populares creen haber pagado ya la factura electoral de la corrupción. Pero en una legislatura altamente sensible a cualquier factor externo a la vida parlamentaria, en la Moncloa inquieta que el testimonio del jefe del Ejecutivo dificulte los pactos en el Congreso.

Por ahora, los socios del PP han preferido no poner el foco en la inestabilidad del mandato de Rajoy. Si bien Ciudadanos se ha permitido licencias que corroboren su discurso frente a la corrupción, Albert Rivera ha aislado el respaldo a los Presupuestos de las informaciones sobre la presunta financiación ilegal en el PP madrileño, el supuesto desfalco en el Canal de Isabel II o la poderosa imagen del presidente declarando sobre Gürtel. Pero este último elemento es el que más preocupa en los despachos gubernamentales.

Aunque la fecha no está fijada y la agenda del presidente podrá ser tenida en cuenta para establecer el momento en el que acudirá en calidad de testigo a la Audiencia Nacional, fuentes del Gobierno señalan la relevancia de preparar a fondo el qué y el cómo. Tan importante como el contenido, aprecian, serán el formato y las formas para que el paso por el juzgado no suponga un desgaste inasumible y un punto de inflexión en la legislatura.

«Si algo aprendimos en el pasado es que cualquier cuestión ajena a lo que se negocia puede torcer las conversaciones», apuntan en la Moncloa. Se refieren al precedente del pacto frustrado con el PSOE a finales de 2014 sobre la reforma de la ley de partidos. La aproximación entre el conservador José Antonio Bermúdez de Castro y el socialista José Enrique Serrano terminó por no poder plasmarse ante la insistencia de nuevos escándalos que surgían en las filas del PP. «Si la imagen que proyecta el partido con el que estás intentando llegar a un acuerdo no es buena, es difícil darle tu apoyo», afirman también las fuentes consultadas en el grupo popular en el Congreso.

Es por eso que el PP se esfuerza en sellar los puntos de fuga para minimizar los daños y se declara «avergonzado» por las últimas informaciones relacionadas con el partido en Madrid. «Claro que estamos ofendidos, los primeros nosotros, pero más allá de que tengamos que pedir perdón por algunos no vamos a consentir que se aplique a todos», reivindicó ayer María Dolores de Cospedal en el congreso de Nuevas Generaciones en Sevilla.

El espejo de Cifuentes

En las filas del PP pocos se atreven a descartar con rotundidad que la secretaria general no estuviera al tanto de la denuncia que el año pasado presentó Cristina Cifuentes ante la Fiscalía por las irregularidades detectadas en la gestión del Canal de Isabel II y que ha concluido con la detención de González, su predecesor, y una tormenta judicial y política. Aun así, fuentes del partido apuntan a que la presidenta madrileña actuó de motu proprio. «No dijo nada», señala incluso un cargo popular, mientras en el entorno de Cifuentes inciden en que las sospechas de una dudosa gestión no dejaron más alternativa que ponerlo todo en conocimiento del Ministerio Público como «Gobierno de la Comunidad de Madrid».

Quienes apuestan por una catarsis que deje atrás los tiempos oscuros del PP, ven en la actuación de la dirigente la senda a seguir para romper con el pasado. Pero algunas voces populares alertan de la «contradicción» que supone que en la misma semana se hayan alimentado dos relatos radicalmente distintos frente a la justicia.

El cambio de criterio que llevó a la Audiencia Nacional el pasado martes a incluir a Rajoy en la lista de testigos del juicio de Gürtel, molestó en el PP hasta el punto de que esa misma tarde la dirección nacional emitió un comunicado para mostrar el desacuerdo con la resolución. «Supone una situación de abuso de derecho», protestaron los conservadores, que ven la mano del PSOE tras la acusación popular ejercida por la asociación Adade.

Veinticuatro horas después, la detención de González cambió el panorama. Fuentes del Gobierno subrayaron el riesgo de que el partido vuelva a aquel 2009 en el que el propio Rajoy, ante el escándalo de Gürtel, denunció la existencia de una «trama contra el PP». Esas voces aconsejan aceptar con «naturalidad» la llamada a declarar y respaldan que el presidente se haya confesado «encantado» de responder en la vista oral. El discurso, insisten, debe ser común: respeto a los tribunales y colaboración con la justicia. Especialmente porque Rajoy sólo ha sido citado como testigo, no como imputado. «De lo contrario, corremos el riesgo de transmitir la sensación de que al presidente se le está acusando de algún delito», advierten. Y más aún, el riesgo de ofrecer la imagen de Cifuentes en el rol de destapar las irregularidades y la del jefe del Ejecutivo y el PP, en el papel del que se resiste a testificar.

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