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Esperanza Aguirre abandona ayer escoltada la sede de la Audiencia Nacional tras declarar como testigo en el juicio de &lsquocaso Gürtel&rsquo . :: jaime garcía
Aguirre se lava las manos en todo

Aguirre se lava las manos en todo

«Jamás nadie me ha podido acusar de haber hecho algo incorrecto», afirma entre sollozos tras testificar en el juicio

MATEO BALÍN

Viernes, 21 de abril 2017, 01:11

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Como si se tratara de un ave fénix venido a menos, sin capacidad para renacer de sus cenizas, Esperanza Aguirre salió ayer de la Audiencia Nacional vapuleada por las circunstancias. Al borde del llanto. Desgastada tras declarar durante tres horas como testigo en el juicio del &lsquocaso Gürtel&rsquo y con la cabeza puesta en Ignacio González. El hombre que designó para sucederle en la Presidencia de la Comunidad de Madrid en septiembre de 2012 y que, por segunda noche consecutiva durmió en los calabozos de la Comandancia de la Guardia Civil de Tres Cantos (Madrid) tras ser detenido en la operación Lezo y antes de pasar hoy a disposición judicial. Con toda probabilidad, la última parada rumbo a la cárcel de Soto del Real.

A primera hora de la mañana, tras mostrarse «absolutamente conmocionada» por la detención de González en una entrevista en la COPE, Aguirre se subió en un coche oficial, acompañada de dos escoltas y de su jefa de prensa Isabel Gallego, investigada en la trama &lsquoPúnica&rsquo, y se dirigió a la sede de la Audiencia en San Fernando de Henares, a 25 kilómetros al este de Madrid, donde se celebra el macrojuicio por las actividades de &lsquoGürtel&rsquo entre 1999 y 2005.

Allí apareció media hora antes de la cita, entre los abucheos de preferentistas de Bankia y recibida por cuatro disfrazados de ranas. Tras tomar asiento, beber un sorbo de agua y abrir su cuaderno, comenzó a responder a las preguntas de la fiscal Anticorrupción Concepción Nicolás. Con voz apesadumbrada, muy alejada de la imagen firme que transmite en el cuadrilátero de la política, Aguirre aseguró que no conocía a Francisco Correa ni tenía conocimiento de las empresas de su grupo que contrataron con la Comunidad, donde la red corrupta obtuvo pingües beneficios gracias a la influyente posición del exconsejero Alberto López Viejo. Fueron más de 650 contratos fraccionados con un valor de 8,7 millones.

«No sabía quién era Correa, jamás hablé con él. No tenía conocimiento de sus empresas y tampoco era mi cometido contratar», aseguró la actual portavoz del grupo municipal del PP en Madrid, que se distanció de las actividades de López Viejo, entonces consejero de Deportes, pero sin comprometer su oscuro horizonte procesal en el que se enfrenta a 46 años de prisión. «No era de mi confianza, pero sí era la persona que organizaba los actos», afirmó. «¿Por qué le nombró entonces viceconsejero?», reiteró la fiscal. «Fue una imposición del PP nacional», dijo.

Loa a su obra política

La testigo detalló que se enteró a posteriori de las actuaciones de López Viejo, quien «me mintió». «Si se cobró por demás a determinadas empresas que después he sabido que eran Correa, pues no le digo que no», admitió a una acusación. En cada mención de su exconsejero, Aguirre aprovechaba para sacar pecho de su obra a lo largo de sus nueve años como presidenta autonómica. «Tenía un programa muy ambicioso. 20.000 millones de euros de presupuesto. Cada kilómetro de metro costaba casi 100 millones. Hicimos 100 kilómetros. Licitamos 12 hospitales públicos. Inauguramos un colegio nuevo cada semana...», detalló antes de que el presidente del tribunal, Ángel Hurtado, le frenara en seco. «Esto no es una declaración sobre su programa. Por ahí no».

Un mantra que se repitió en las tres ocasiones que explicó por qué ella «destapó la &lsquoGürtel&rsquo sin saberlo». Fue a raíz de una disputa interna por una parcela en el ayuntamiento de Majadahonda (Madrid), que acabó con la intervención del entonces tesorero nacional Álvaro Lapuerta. Una reunión en la que estuvo Mariano Rajoy, según respondió al abogado Ángel Galindo, que defiende al exedil de esa ciudad José Luis Peñas, denunciante del caso.

A la salida de la sala, Aguirre cambió el &lsquochip&rsquo de &lsquoGürtel&rsquo por &lsquoLezo&rsquo, de López Viejo por Ignacio González. Explicó que el fondo del asunto tiene que ver con una empresa que el Canal de Isabel II, sociedad pública que presidió el detenido, compró en 2013 en Brasil cuando ella ya no estaba como presidenta (el presunto desfalcó ascendió a 37,4 millones). Y quiso aclarar que mientras ocupó el cargo nunca fue partidaria de que el Canal o Metro de Madrid estuvieran en ninguno concurso en el extranjero. «Lo que se hiciera después de irme no puedo hablar». Como colofón, defendió su honorabilidad. «Siempre he buscado la mejor utilización del dinero del contribuyente. Jamás nadie me ha podido acusar de haber hecho alguna cuestión incorrecta».

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