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CRISTIAN REINO
Martes, 28 de marzo 2017, 00:35
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barcelona. Un día después de que Mariano Rajoy emplazara al PDeCAT a huir de los «extremismos antidemocráticos» de la CUP, la rama juvenil de la formación anticapitalista inició ayer la campaña del referéndum con el intento fracasado de ocupar la sede barcelonesa del PP catalán. Una protesta en la que participaron la diputada Anna Gabriel y el exportavoz David Fernández, y que supone un paso adelante en la radicalización del proceso. Los populares anunciaron que llevarán el ataque ante la justicia.
A primera hora de la mañana, una treintena de jóvenes intentó entrar en la sede popular, pero los servicios de seguridad del partido y los Mossos d'Esquadra les impidieron ir más allá del control de acceso. Entre gritos de «fuera las fuerza de ocupación», fueron invitados a salir del local. Fue una ocupación simbólica con la que pretendían reivindicar que la autodeterminación y la consulta no se negocian.
«No pediremos permiso ni tampoco perdón, estamos dispuestos a defender por todos los medios la autodeterminación», expresaron los miembros de Arran, un grupo juvenil integrado en la CUP. Fuera del local, pegaron carteles, colocaron urnas de cartón y profirieron gritos a favor de la independencia, el socialismo y el feminismo y proclamaron que «sin desobediencia no habrá independencia».
Lo peor
Poco después, el recién elegido presidente del PP catalán, Xavier García Albiol, que antes del escrache había declarado en TV-3 que los militantes del PP «no lo pasan bien» en algunos lugares de Cataluña, se despachó con contundencia: «La CUP y la diputada Ana Gabriel son un grupo de fascistas que representan a lo peor de la sociedad catalana».
La movilización cupera le sirvió al PP una oportunidad en bandeja para incidir en una idea con la que trata de pescar votantes nacionalistas moderados. «Puigdemont es prisionero de unos fascistas», afirmó Albiol, que enmarcó la protesta como un acto de «impotencia» del separatismo para lograr sus objetivos.
Desde Madrid, el coordinador general del PP, Fernando Martínez-Maillo, calificó los hechos de «salvajada», protagonizada por «auténticos bandoleros» para «romper la convivencia». Los que han perpetrado ese asalto, subrayó, son de un partido «radical y extremista que lamentablemente lleva las riendas de Cataluña y toma las decisiones».
Las fuerzas independentistas saben que el menor asomo de violencia supondría el fin del proceso, de ahí que PDeCAT y Esquerra se desmarcaran con rapidez, no en vano siempre han presumido de que en sus manifestaciones nunca ha habido incidentes. «Esta no es la forma de conseguir la victoria», dijeron los republicanos. «Condenamos y mostramos nuestra solidaridad con los compañeros del PP», expresaron en la antigua Convergència.
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