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El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante su discurso de ayer. :: Albert Gea / reuters
Rajoy cierra la puerta  al referéndum y ofrece  diálogo en el marco de la ley

Rajoy cierra la puerta al referéndum y ofrece diálogo en el marco de la ley

Propone recuperar la concordia y desterrar los extremismos y avisa de las graves consecuencias de la independencia

CRISTIAN REINO

Lunes, 27 de marzo 2017, 01:08

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barcelona. A cuarenta y ocho horas de su publicitada visita a Barcelona, donde se espera que el presidente del Gobierno anuncie una importante inversión en infraestructuras en Cataluña, Mariano Rajoy viajó ayer a la comunidad catalana para participar en la clausura del congreso del PP catalán, donde hizo una llamada a la concordia, ofreció diálogo a la Generalitat y cerró una vez más la puerta a la celebración de un referéndum sobre la independencia, que a su juicio «viola la ley» y es antidemocrático.

Nueve meses llevaba Rajoy sin pisar tierras catalanas, desde la campaña de las pasadas elecciones generales, y por tanto se trataba de su primera incursión en el escenario catalán desde que fue reelegido presidente del Gobierno. Mucho ha llovido desde entonces. A pesar del continuo toma y daca, Junts pel Sí y la CUP han mantenido su alianza, han sido capaces de aprobar unos presupuestos y han puesto rumbo directo hacia la ruptura. Carles Puigdemont se ha comprometido a convocar un referéndum tenga o no autorización de Madrid, a aprobar las leyes de la desconexión y a poner las urnas, por lo que obligará al Gobierno central a utilizar las medidas coercitivas a su alcance para impedir la votación.

En este contexto, Rajoy puso ayer en L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona) sobre la mesa cuál es su plan para hacer frente al proceso soberanista: mantener la unidad de España, que se cumplan las leyes, que las instituciones estén al servicio de todos los catalanes, reparar la cohesión interna en la sociedad e instaurar una «nueva concordia», que aleje del poder a los «extremismos antidemocráticos». Esos son los objetivos. La receta que propuso para afrontar la crisis territorial fue el diálogo, una herramienta a la que apelan tanto el presidente del Gobierno como el jefe del Ejecutivo catalán, pero que hasta la fecha ha brillado por su ausencia, pues Rajoy y Puigdemont solo se han visto una vez desde que el dirigente popular fue reelegido al frente de la Moncloa. Fue en el mes de enero y no han trascendido avances, porque un segundo encuentro, reclamado desde el Palau de la Generalitat, no acaba de fructificar.

El inquilino de la Moncloa situó el diálogo con la Generalitat en el ámbito de la financiación autonómica, las infraestructuras, los servicios públicos, la demografía o la dependencia, pero en ningún caso para negociar un referéndum, como reclama la administración catalana, que para Rajoy supondría «violar la ley conjuntamente». «Ahí no voy a estar nunca», dijo, mientras cargó contra los secesionistas por estar «liquidando el Estado de Derecho» y se comprometió a «estar más presente» en el día a día de Cataluña. «No os vamos a abandonar», les dijo a los catalanes, que un día antes, en boca del presidente de la Generalitat escucharon que si el proceso soberanista fracasa y Cataluña no se convierte en un Estado independiente, el Gobierno descargará toda su «venganza» sobre el autogobierno catalán.

Rajoy reiteró que nunca «admitirá la celebración de un referéndum», porque «no lo permite la Constitución», aunque tampoco entró en detalles de cómo piensa frenar la votación una vez que esté convocada y evitó replicar a Puigdemont, que proclamó un día antes que el Estado está dispuesto a «todo» para evitar la consulta. Según el jefe del Ejecutivo catalán, «ninguna Constitución escrita del mundo» permite la celebración de una consulta, salvo, dijo, las de la antigua URSS, la ex Yugoslavia y Etiopía. «Nuestra posición es un sí rotundo al diálogo, pero no aceptamos imposiciones, monólogos, contratos de adhesión ni sortear la ley», señaló.

Diálogo, respeto a la ley, concordia y certidumbre económica es la oferta que Rajoy hace a los catalanes para que se aparten del soberanismo. Frente a ello, a su juicio el independentismo «engaña» con «señuelos» que conducirían a Cataluña a una situación «grave» fuera de la UE y del euro. «Un proceso de secesión no es una poda agradable hecha por un amable jardinero. Es una amputación terrible y dolorosa y no hay cirujano que la salve», dijo, por lo instó a los suyos a seguir dando la «batalla» al secesionismo.

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