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El Gobierno pierde el miedo al efecto político de sus derrotas en el Congreso

En la Moncloa apuestan por continuar con los principales proyectos legislativos y que se evidencie el éxito o el bloqueo de la legislatura

NURIA VEGA

Domingo, 26 de marzo 2017, 01:16

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En el estreno del actual mandato, existía un miedo en el Gobierno a las votaciones frustradas en el Congreso y a la proyección de su debilidad parlamentaria. El temor que impulsó inicialmente a Mariano Rajoy a exigir a la oposición «madurez» para aplicar su proyecto político es el mismo que a principios de año desaconsejaba el envío de los Presupuestos Generales del Estado a las Cortes sin garantías de éxito. Cinco meses después de su investidura, el presidente ha cambiado, sin embargo, su percepción y está dispuesto a continuar con el núcleo de su hoja de ruta aun a riesgo de tener que asumir nuevas derrotas parlamentarias.

La intención de retener el proyecto con las cuentas de 2017 si no existía el consenso suficiente para aprobarlo respondía tanto a una estrategia de presión al resto de partidos como a la voluntad de evitar la imagen de un Gobierno incapaz de sacar adelante la ley que sustenta todo su programa. Hubo dudas y debate tanto en el Ejecutivo como en el PP. Pero, finalmente, el 27 de enero Rajoy anunció que los Presupuestos estarían listos a finales de marzo. Guardarlos «en un cajón», justifican en la Moncloa, habría sido aún peor en términos de coste político.

Será el próximo viernes cuando el Consejo de Ministros dé luz verde a las cuentas del Estado con la incertidumbre del recorrido del proyecto en el Congreso. De momento, el Gobierno ya ha experimentado el sinsabor del fracaso parlamentario. No ocurría nada similar desde 1979, así que el revés sufrido tras perder la votación del real decreto ley que regula el sector de la estiba, rompió el pasado 16 de marzo los esquemas gubernamentales.

Hasta ahora, en la Moncloa asumían el calvario del pleno vespertino de los martes, el espacio de la oposición para hacer prosperar iniciativas encaminadas a corregir la obra legislativa de la mayoría absoluta de Rajoy. A las sesiones de control de los miércoles se acudía con la resignación de aguantar los envites políticos. Pero los jueves, el Gobierno volvía satisfecho a casa tras obtener los apoyos necesarios para aprobar «lo importante». Ahora nada asegura que esto tenga que ser así.

La mayoría minoritaria de los populares es insuficiente para sostener la legislatura. Pero en el Ejecutivo recuerdan que también lo era para investir a Rajoy presidente e insisten en que nada puede anticiparse. Fuentes gubernamentales plantean la existencia de dos relatos políticos que describen lo que puede ocurrir en este mandato. El primero habla del éxito de un Gobierno que gracias a la negociación y al acuerdo con la oposición logra mantener la estabilidad. El segundo apunta a un bloqueo en el Congreso que aboca a elecciones anticipadas. Y el PP cree poder salir airoso en ambos casos.

El interés del presidente siempre ha sido concluir su tarea con la satisfacción de demostrar a su electorado y a Europa que pudo administrar el país en minoría. Presentarse, en definitiva, como garante del orden frente al caos y asentar la continuidad como un valor por el que apostar en las urnas. Pero si el resto de formaciones lograran aunar fuerzas y frenar el programa de Rajoy, los populares confían en poder trasladar la imagen del «rodillo» de una oposición que impide gobernar. Eso, siempre y cuando el PP haya transitado antes todos los puentes y agotado todos los recursos de diálogo.

Asignar la culpa

En realidad, vuelve el conflicto de la culpa que ya se dirimió en la legislatura frustrada tras las elecciones del 20 de diciembre de 2015. Incapaces de designar un nuevo presidente del Gobierno, todas las fuerzas trataron de desprenderse de la carga de la parálisis y la repetición electoral.

Rajoy responsabilizó a la oposición, especialmente al PSOE, de negarse a facilitar que el partido vencedor de las elecciones gobernara; Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se acusaron mutuamente de hacer imposible un ejecutivo de cambio; y Ciudadanos argumentó haber estado dispuesto a dar cobertura a unos y otros. Ahora, en caso de que ni los Presupuestos de 2017 ni los de 2018 salgan adelante, podría repetirse la situación y sostienen en el PP que los postulados de Rajoy fueron avalados en los segundos comicios generales, los de junio de 2016.

En este contexto, el Gobierno cree que la votación de las cuentas de este año, más relevantes en términos políticos que económicos, será «importante para alumbrar uno de los dos relatos en juego». Las conversaciones de Hacienda y los partidos, por ahora, avanzan y el optimismo del Ejecutivo parece imponerse sobre las tesis escépticas del PP. Pero si algo ha demostrado el contexto actual es que «se puede perder cualquier proyecto en cualquier momento».

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