Borrar
La infanta Cristina declarando como imputada en el juicio del caso Nóos.
Las primeras veces de Cristina de Borbón

Las primeras veces de Cristina de Borbón

Aferrada a su sexto puesto en la línea de sucesión al trono, tiene el dudoso honor de ser el único miembro de una Familia Real que se sentó en el banquillo de los acusados

Alfonso R. Aldeyturriaga

Viernes, 17 de febrero 2017, 10:14

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Fue la primera mujer de la Casa Real Española en obtener un título universitario superior. El pueblo siempre dijo de ella que era la lista. Fue también la primera en dejar palacio, al hacer las maletas y dejar Zarzuela para instalarse, junto a su prima Alexia de Grecia, en un piso en Barcelona. No fue, sin embargo, ni la favorita de papá ni de mamá. Dicen que el niño de los ojos de doña Sofía fue siempre don Felipe, y que don Juan Carlos sentía y siente devoción por la infanta Elena. Se casó con el hombre perfecto: guapo, simpático, deportista de éxito. Tuvo cuatro hijos de revista. Y fue, y es, el primer miembro de una familia real europa en ser imputado, en responder ante la Justicia, y también en ser sentenciado. Bien es cierto que hoy por hoy no pertenece a la Familia Real, que con la abdicación de su padre pasó a ser, simple y llanamente, familia del Rey. Pero cuando recibió la primera imputación, en mayo de 2013, sí formaba parte del selecto club de las princesas europeas. Y eso, pese a que tanto su marido como ella fueron apartados de los actos de la Casa Real al estallar el escándalo del 'caso Nóos', a finales de 2011.

Las familias reales lo tiene difícil para librarse de los escándalos. Sus vidas públicas les hacen estar constantemente en el disparadero, expuestos a la opinión del pueblo y de la prensa. Abogan los monarcas, por eso de dar buen ejemplo, por comportamientos inmaculados que les libren de estar en boca de otros por motivos ajenos a la agendas reales. Es por eso que varias monarquías privan a sus miembros de actividades profesionales, para alejarles de asuntos que, a la postre, puedan acarrear problemas burocráticos e incluso judiciales. En el Viejo Continente ha habido escándalos que han perseguido a miembros de la realeza, pero nunca un rey, príncipe o similar ha vivido un proceso similar al de la infanta Cristina.

Lo más cerca sucedió hace ya casi una década en Bélgica. Entonces, el protagonista no fue otro que la oveja negra de la Familia Real belga. De Laurent, el tercer hijo de los reyes Alberto y Paola, se podía y se puede esperar casi de todo. Ha sido acusado (no formalmente, sino a través de un programa de televisión) de abusar de un antigua novia, se le retiró el carné por conducción temeraria por las calles de Bruselas, sus meteduras de pata se cuentas por decenas; llegó incluso a hacerse eco de los comentarios que apuntan a que es hijo ilegítimo ("yo no estuve allí cuando me concibieron", dijo) y desde hace ya años está apartado de cualquier actividad de la Familia Real. Más si cabe tras la abdicación de su padre y la coronación de su hermano Felipe.

Pero lo que le condujo a los juzgados fue la acusación de desviación de fondos públicos, más concretamente de la Marina, para sufragar gastos de la remodelación de su casa cercana a Bruselas. Acudió al juzgados como testigo y fue exonerado. Eso no impidió que días antes, en diciembre de 2006, su padre, el rey Alberto, en el tradicional discurso de Navidad, en una línea similar al que pronunció don Juan Carlos en la Nochebuena de 2011, dijera "ninguna persona está por encima de la ley y la justicia debe poder hacer su trabajo con toda independencia". Desde entonces no ha vuelto a acudir como miembro de la Familia Real a los actos con motivo de la Fiesta Nacional. Sí, exactamente igual que sucedió con la infanta Cristina cuando quien fue imputado fue su marido, Iñaki Urdangarin.

Pero el escándalo en Bélgica no ha llevado a Laurent a renunciar a sus derechos dinásticos. Como los que mantiene la infanta Cristina, quien, por más presiones que ha recibido, se mantiene firme en su sexto puesto en la línea de sucesión al trono. En junio de 2015, a punto de cumplirse el primer año de Felipe VI como Rey de España, el monarca dio un golpe en la mesa y despojó a su hermana del Ducado de Palma. Pero la renuncia a sus derechos dinásticos es voluntario. Como el tratamiento de Su Alteza Real. Va en su ADN por haber nacido en la familia en la que nació. Su renuncia, en caso de que se llevara a efecto, no conllevaría la de sus hijos que, claro está, ascenderían un puesto.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios