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Pablo Iglesias celebra su triunfo con el puño en alto. :: Marta Jara
Iglesias barre a Errejón en las urnas

Iglesias barre a Errejón en las urnas

Con su respaldo abrumador a las tesis 'pablistas', las bases avalan el giro a la izquierda y la oposición sin cuartel a PP y PSOE

ANDER AZPIROZ

Lunes, 13 de febrero 2017, 01:22

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madrid. Pablo Iglesias es el líder único de Podemos. Íñigo Errejón ya no puede soñar con hacerle sombra. La militancia no solo le brindó en Vistalegre II su plena confianza al reelegirlo secretario general con el 89% de los votos, sino que también le entregó el control absoluto del partido. Los 'pablistas' ganaron todas las batallas que se libraron en la Asamblea Ciudadana, y lo hicieron por goleada. Dominarán el Consejo Ciudadano con 37 de los 62 asientos en juego y sacaron adelante sus documentos político, organizativo, ético y de igualdad de género con un respaldo de más del 50%.

Frente a la euforia de los de Iglesias, los 'errejonistas' no fueron capaces de disimular ayer su profunda decepción, su líder el primero. En ningún caso imaginaban una derrota semejante, máxime cuando interpretaban que la alta participación -155.275 inscritos votaron- les beneficiaba. Nada más lejos de la realidad. Si en la consulta del pasado diciembre los partidarios del secretario político se quedaron a apenas 2.000 sufragios de los 'pablistas', en ésta fueron vapuleados a conciencia. El botín 'errejonista' se redujo a 23 puestos en el Consejo Ciudadano, del todo insuficiente para condicionar la estrategia futura de Podemos. Más aún, Errejón quedó relegado al tercer lugar entre los candidatos más votados al verse superado no solo por Iglesias sino por Pablo Echenique. El respaldo a sus documentos apenas alcanzó el 33%.

El anuncio del escrutinio estaba previsto para las 14:00 horas, pero ante la claridad del resultado se hizo público con dos de antelación. Para entonces ya había trascendido el avasallador triunfo de Iglesias y las caras eran un fiel reflejo. No es que se hiciera mucho desde las filas 'pablistas' para disimular. Pasadas las 11:00 horas, Juan Carlos Monedero daba una vuelta al ruedo de Vistalegre con visibles gestos de euforia.

Una vez se hizo oficial lo que ya todo el mundo sabía, Iglesias saboreó su momento de gloria. Tras el obligado abrazo a Errejón, prometió seguir el mandato que entiende que le han dado las bases: «Nos habéis dado una orden, unidad y humildad, y la vamos a cumplir». El reelegido secretario general interpretó que los inscritos han votado «un Podemos coral, más femenino, fraterno y unitario, y desde hoy nos ponemos a ello». Una vez afianzado su liderazgo, Iglesias señaló que, resultas las cuestiones internas, toca ponerse a trabajar para, primero, hacer oposición al PP y, después, ganar las elecciones a Mariano Rajoy.

El otro gran protagonista de Vistalegre II compareció minutos después. Con el gesto aún desencajado, Errejón ofreció una lectura algo distinta de los resultados. En opinión del secretario político las bases han reclamado unidad, pero también «pluralidad». Pese al magnitud de la derrota, Errejón considera que la nueva dirección debe de tener en cuenta el 33% de apoyos que ha cosechado su candidatura al Consejo Ciudadano. «Estoy convencido de que va a prevalecer la sabiduría de que somos más fuerte cuando integramos», afirmó.

El triunfo del todo o nada

La victoria 'pablista' confirma que la estrategia del todo o nada de Iglesias ha funcionado. El temor a su anunciada renuncia en caso de ser derrotado parece haber resultado decisivo a la hora de elegir a entre él y su número dos. En paralelo a su amenaza de enfilar la puerta de salida, Iglesias supo presentarse como el único garante de la unidad de Podemos y se comprometió a integrar en su ejecutiva a Errejón y el anticapitalista Miguel Urbán. De esta forma, la elección que planteó fue la de la unidad con él o el caos sin él. Como reconocían en privado algunos dirigentes de los dos sectores, no existía un plan b para reemplazar al líder del partido. Su victoria ha supuesto así un alivio para muchos que se encuentran en una posición intermedia entre el secretario general y el político.

La primera de las consecuencias Vistalegre II será un giro a la izquierda en la estrategia del partido. Tras el fiasco del 26 de junio, Iglesias dio por amortizada la estrategia de la transversalidad y su victoria en Vistalegre II supone su definitivo certificado de defunción. Frente a la moderación que proponía Errejón, el secretario general aboga por alejarse aún más de la dinámica parlamentaria de la izquierda tradicional encarnada por el PSOE; dar mayor protagonismo a la movilización popular; y ahondar la relación con Izquierda Unida. Todo ello redundará un mayor distanciamiento en la relación con los socialistas y una vuelta al duelo con el PP, para Iglesias, su único rival.

Entre los retos que se le presentan al reelegido líder, el mayor es el de la integración de las familias de Podemos. Lo repitió mucho en campaña, no quiere un Podemos que se parezca al PSOE y en el que las corrientes y las baronías impongan sus intereses a la dirección nacional. Pero las heridas tras varios meses de lucha son demasiado profundas. El alejamiento entre Iglesias y Errejón es solo la punta del iceberg bajo el que subyace una tremenda animadversión entre sus equipos. Reconciliarlos será una tarea mucho más complicada que encauzar la relación entre sus líderes.

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