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Legislatura en periodo de prueba

Los pactos en el Congreso dependerán en buena medida de cómo se reconfigure la izquierda y de si Ciudadanos resuelve entrar o no en el Ejecutivo

Nuria Vega

Domingo, 11 de diciembre 2016, 00:58

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En un Congreso que ha tenido que emplear hasta diez meses para designar al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy celebra como un gran triunfo el haber logrado un primer acuerdo con el PSOE sobre el techo de gasto a los treinta días de reinstalarse en la Moncloa. Pero con la maquinaria de los pactos aún por engrasar, la legislatura, lejos de estar asegurada, se encuentra desde la sesión de investidura del 29 de octubre en periodo de prueba.

Nadie se atreve a vaticinar la duración del segundo mandato de Rajoy. Ni tan siquiera el propio presidente, que admitió el pasado 6 de diciembre, en el acto conmemorativo de la Constitución en el Congreso, no tener elementos suficientes para anticipar el futuro con un Ejecutivo en minoría y sin pacto de legislatura. La estabilidad de su Gobierno se someterá, sin embargo, a examen en los próximos meses con la negociación de los Presupuestos Generales del Estado. «Si antes de verano conseguimos sacar adelante las cuentas, habremos dado un gran paso para garantizar una legislatura, si no completa, sí larga», analizan en la Moncloa con la vista puesta en formaciones como el PNV.

Los Presupuestos son, sin duda, el elemento que vertebra el proyecto político de un Ejecutivo y aunque en el Gobierno contemplan como viable la prórroga de los de 2016, no creen que resultara aconsejable repetir la misma operación para 2018 en un «contexto económico cambiante». Es por eso que unas nuevas cuentas actualizadas darían oxígeno a Rajoy y facilitarían que mantuviese las riendas del país durante al menos otros dos años.

Los contactos sobre el contenido del proyecto no han comenzado, pero el PSOE ya descarta en público y privado que vaya a respaldar unas cifras orientadas a sostener la propuesta política del PP. En realidad, la situación de los socialistas es de las más complejas del arco parlamentario. En clara disputa con Podemos en la bancada de la oposición, el partido necesita diferenciarse de los de Pablo Iglesias y encontrar el equilibrio entre la confrontación con el Gobierno y la participación en acuerdos de Estado. Pero su estrategia, así como su proyecto y su dirección federal, está aún por definir.

A juicio del politólogo Pablo Simón, esta es una de las variables sin resolver que podría determinar el avance o la parálisis de la legislatura, porque, al mismo tiempo que el Gobierno trata de abrirse camino, los partidos políticos están inmersos en procesos de revisión interna. Salvo el PP, formación a la que su permanencia en el poder ha dado un respiro, todos tratan de clarificar el rol que ejercerán en el Parlamento durante los próximos años. Y de las conclusiones que extraigan dependerá en buena medida este mandato.

Reparto de papeles

En primer lugar, la gestora del PSOE ya ha avanzado su intención de que el congreso del partido se celebre «antes de verano». Ese será el marco para designar un nuevo líder con una apuesta propia difícil de anticipar, aunque, tal y como señala Simón, un perfil más cercano al de Pedro Sánchez podría frenar una posible actitud pactista con el Gobierno y dar un vuelco al papel de los socialistas en el Congreso.

Para entonces, Podemos ya habrá deshojado la margarita. Los de Pablo Iglesias quieren convocar su cónclave para los días 10, 11 y 12 de febrero. Unas fechas que coinciden de manera calculada con el encuentro en el que los populares ratificarán el liderazgo de Rajoy. La intención de Podemos es escenificar que el suyo es el gran proyecto de oposición al Ejecutivo del PP. Pero lo que se dirime en este denominado 'Vistalegre II' es si vencen las tesis de Iglesias, proclive a la contestación en la calle y la resistencia, o las de su número dos, Íñigo Errejón, más pragmático y transversal.

De momento, parece imponerse la vertiente de partido protesta, dispuesto a forzar que todos los acuerdos pasen por PP, PSOE y Ciudadanos, de manera que se ponga en evidencia que existe una «triple alianza», como la ha bautizado Podemos. La alternativa, sin embargo, pasaría por modular sus postulados y lograr mayorías en la oposición capaces de marcar, o al menos influir, la agenda del Gobierno.

En cuanto a Ciudadanos, en cuestión de meses podría enfrentarse al dilema de si entrar o no en el Gabinete de Rajoy. El partido de Albert Rivera ha fiado su estrategia a transmitir la imagen de una formación capaz de encauzar la acción del Ejecutivo gracias al pacto de investidura sellado con el PP el pasado mes de agosto. Pero el documento, no siendo un acuerdo estable de legislatura, tiene una duración determinada y podría no servir a los liberales para sostenerse durante todo el mandato.

Pasar a formar parte del Gobierno garantizaría a Ciudadanos la visibilidad que necesita, pero en la Moncloa se muestran escépticos y argumentan que Rivera, después de haber condicionado su participación en el Ejecutivo a la salida de Rajoy, estaría rompiendo su relato político. «Puede que ese tren ya haya pasado», aseguran en los despachos gubernamentales, convencidos, sin embargo, de que esa operación contribuiría a aportar más estabilidad al equipo del presidente.

Debilidad y fortaleza

A meses de que cada partido resuelva sus cuestiones internas, la debilidad de la oposición constituye a día de hoy una de las fortalezas de Rajoy. En primer lugar, porque, tal y como coinciden diversas fuentes parlamentarias, la polarización de las distintas opciones políticas impide que se organicen para marcar, en la medida de lo posible, los tiempos al Ejecutivo. Pero, además, que a ninguna formación le interese en el corto plazo unos nuevos comicios, juega a favor del Gobierno.

El artículo 115 de la Constitución otorga al presidente la capacidad de convocar elecciones, siempre y cuando haya transcurrido un año desde la anterior disolución de las Cortes. Es decir, que Rajoy tendría la posibilidad de decidir abrir las urnas a partir del 3 de mayo de 2017. Y con el PSOE en proceso de recomposición, Ciudadanos con problemas para amarrar a su electorado y Podemos en plena revisión de sus posiciones, esta potestad concede al líder del PP cierta ventaja para recabar apoyos a sus iniciativas legislativas.

La temporalidad de la situación, sin embargo, exige al Gobierno desprenderse del traje de la mayoría absoluta y poner a punto sus oxidadas habilidades para el consenso. El presidente ya ha dado la orden a los ministerios y a su partido de tender puentes con todas las formaciones, pero queda por ver hasta dónde está dispuesto a ceder Rajoy. Por ahora, no le preocupa estar perdiendo cada votación los martes por la tarde en el Congreso. En la Moncloa consideran asumible que ese sea el día para ejercer la oposición si en los plenos legislativos de los jueves el Gobierno logra los respaldos necesarios para seguir gobernando.

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