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El presidente de la gestora del PSOE, Javier Fernández, en una reunión de su gobierno este miércoles, en Asturias. :: J. L. CEREIJIDO / eFE
Fernández avisa de que el PSOE no dará estabilidad al PP «en ningún caso»

Fernández avisa de que el PSOE no dará estabilidad al PP «en ningún caso»

El PSC y algunos 'sanchistas' amenazan con romper la disciplina de voto en la investidura de Rajoy si finalmente se opta por la abstención

PAULA DE LAS HERAS

Viernes, 7 de octubre 2016, 00:38

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Una cosa es abstenerse para no bloquear que el partido que ganó por segunda vez las elecciones con cierta holgura forme Gobierno y otra hacer de palanganero. El presidente de la comisión gestora del PSOE, Javier Fernández, fue ayer muy claro. Su partido no ofrecerá «en ningún caso» la estabilidad del PP y Mariano Rajoy tendrá que negociar «día a día» sus iniciativas en el Congreso con distintos grupos parlamentarios, porque los socialistas tienen intención de seguir ejerciendo como primera y principal fuerza de la oposición.

El veterano político asturiano respondió así a las afirmaciones de dirigentes del PP -entre ellos el portavoz parlamentario, Rafael Hernando-, que el día anterior había advertido de que no aceptarían una «abstención técnica» y que si el PSOE no les garantiza al menos el apoyo a los presupuestos generales del Estado para los próximos dos años, no habrá una nueva sesión de investidura y habrá que ir a nuevas elecciones. Fernández trató de contrarresar el pulso con un argumento que abrazan otros barones de su partido: el de que si eso es así los «responsables» de que los españoles tengan que volver a las urnas por tercera vez en un año serán, a ojos de todo el mundo, los populares.

Las condiciones del partido gubernamental hacen aún más difícil a Fernández la labor de ir allanando el camino a un cambio de posición que cuenta aún con muchas resistencias internas, no ya en el sector 'sanchista' sino también entre barones que apoyaron la operación para tumbar al ya ex secretario general, Pedro Sánchez. Ni el castellano-manchego, Emiliano García Page, ni el aragonés, Javier Lambán, ni el valenciano Ximo Puig, aceptarían de buen grado una abstención sobre la que el asturiano trata de hacer pedagogía.

Los tres saben que tendrán que someterse a una presión feroz de Podemos, con el que pactaron para llegar a sus respectivos gobiernos, si finalmente la posición del PSOE facilita la continuidad del PP. En el caso de Puig, hay además un rechazo más primigenio y personal hacia la dirección popular, derivado de los escándalos de corrupción que han protagonizado en la Comunidad Valenciana. Aún así, hay otros dirigentes críticos con la anterior ejecutiva socialisa que creen que hay margen para convencerles, siempre que la abstención no implique más concesiones. Entre otras cosas, porque para derribarlos Podemos tendría que unir sus votos a los del PP y eso también parece difícil de justificar.

Alivio

La semana que viene, Fernández reunirá el Consejo de Política Federal (antiguo Consejo Territorial). Será en ese órgano, presidido por la de momento silenciosa Susana Díaz, donde se tratará de fijar la posición que luego tratarán de llevar los barones al Comité Federal, el máximo órgano de decisión del partido, para el que aún no hay fecha. La situación es tan delicada, que el presidente asturiano avanzó ayer su intención de «apurar» al máximo los plazos para tratar de serenar el debate, agitado por la reciente lucha fraticida, y no dar pasos en falso. Pero fuentes de la gestora admiten cierto alivio por el hecho de que Rajoy matizara a los suyos y afirmara que no planteará «exigencias».

En realidad, inmediatamente después de las generales de junio el jefe del Ejecutivo en funciones ya daba por hecho que, aunque pudiera contar con el PSOE para la investidura, después tendría que buscar otros apoyos para la gobernabilidad. Si, iniciada la legislatura, obtuviera el apoyo de Ciudadanos, Coalición Canaria y el PNV a los presupuestos (algo perfectamente imaginable) sólo le haría falta un voto más. El problema es que ese único voto puede ser carísimo y aunque, en un primer momento, los populares pudieron pensar en Convergència (con los que se pactó la Mesa), su colaboración parece ahora remota.

Lo que plantee Rajoy a Fernández el día que se reúnan (si es que lo hacen) será, pues, clave para que los socialisas se muevan o no de sus posiciones. Lo que ya está claro es que, si hay una nueva sesión de investidura, será la última semana este mes. El calendario que se maneja en círculos parlamenarios sitúa la primera votación el día 26 y la segunda, la definitiva, el 28. De esa forma, el íder del PP iría a la Cumbre Iberoamericana en Cartagena de Indias como presidente electo y el Rey firmaría allí mismo el decreto de nombramiento como jefe del Ejecutivo.

El problema para Fernández, en caso de que el Comité Federal decida una abstención, será asegurar la disciplina de voto en el Congreso. El PSC ya ha advertido que pulsará el botón del 'no' a Rajoy y también lo han hecho diputadas 'sanchistas' como la aragonesa Susana Sumelzo.

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