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Rajoy se siente «con fuerzas, ganas e ilusión» para concurrir a otras elecciones

El presidente asume que la «aritmética» permitiría un gobierno alternativo de Sánchez mientras el PP pierde la fe en lograr la abstención del PSOE

NURIA VEGA

Viernes, 23 de septiembre 2016, 01:18

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madrid. Más que como candidato a la investidura, Mariano Rajoy se afianzó ayer como aspirante a la Moncloa en unas nuevas elecciones. Pese a que aún restan cuarenta días para que se disuelvan las Cortes, el presidente del Gobierno cree que «las cartas están echadas» y, salvo que el PSOE decida abstenerse, en el PP van perdiendo poco a poco la fe en poder gobernar en esta legislatura. Es más, aunque no sea el escenario «razonable», tampoco temen la convocatoria de otros comicios. «Yo estaré con fuerzas, con ganas, con ilusión y con determinación», anticipó el jefe del Ejecutivo ante la hipótesis de tener que emprender una nueva campaña electoral.

La declaración de intenciones supone al mismo tiempo un portazo a las sempiternas especulaciones sobre un relevo al frente del PP y un síntoma del clima de opinión que se vive en la primera fuerza política. El argumentario del partido obliga a los populares a seguir manteniendo en público la expectativa de un cambio de posición en el PSOE, en parte porque eso supone señalar a Pedro Sánchez como único responsable de que dos comicios después aún no se haya constituido el Gobierno. Pero la realidad, como reconocen varios dirigentes en privado, es que el porcentaje de posibilidades de que eso llegue a ocurrir tiende a descender.

Todos los escenarios que contemplaba el PP, incluso desde las primeras elecciones del 20 de diciembre, se han visto frustrados. La propuesta de gobierno de coalición con el PSOE apenas se mantuvo viva unas horas; en cuestión de días se evidenció que un acuerdo de legislatura con Sánchez tampoco tenía visos de prosperar; los barones socialistas más críticos con su dirección nunca han llegado a dar el paso de demandar de manera formal una abstención pactada con los populares; y el último cartucho, que un posible retroceso en los comicios de Galicia y País Vasco del 25 de septiembre empuje al PSOE a reflexionar, se presenta por momentos demasiado endeble.

«Yo no sé si depende de los resultados o depende de cómo se levante por la mañana el señor Sánchez», concluyó, escéptico, Rajoy, inmerso en su particular caravana electoral gallega que ayer le llevó a Lugo y Arzúa, en La Coruña. En este contexto, en el que gobernar se le presenta complicado, el líder de los populares acoge la probabilidad de tener que votar de nuevo en las urnas e incluso cree que le podría ir mejor que el 26 de junio. «Ganamos las elecciones en 2015 y 2016, y si hay que volver a ir, se va, y se van a volver a ganar con muchos más votos», llegó a sentenciar el miércoles. Al menos la convocatoria de otros comicios garantizaría al PP que tampoco Sánchez ha logrado llegar a la Moncloa.

Deberes cumplidos

Aunque las opciones del candidato socialista no sean elevadas, en la dirección del PP venían sosteniendo desde hace tiempo que el líder del PSOE intentaría un gobierno alternativo. En la cúpula desconocen si los barones se lo permitirán, o confían en que al menos planten cara en el Comité Federal convocado para el próximo 1 de octubre, porque de querer intentar su investidura en solitario o con un pacto con Podemos y otras formaciones, Sánchez podría encontrarse con la suma de apoyos necesaria.

«Si pretende gobernar con 85 escaños con el respaldo de partidos independentistas y de la extrema izquierda española, es una opción absolutamente disparatada, pero la aritmética da», asumió Rajoy, pese a que el PP advierte de que gobernar en esas circunstancias sería extremadamente difícil. El presidente en funciones sostiene, sin embargo, que él ya ha hecho lo que «se esperaba que hiciera» y que, a partir de ahora, es «responsabilidad» del PSOE aclarar el panorama.

Todo apunta a que si esto es así, el jefe del Ejecutivo podría desistir de emprender una nueva ronda de negociación para concurrir ante el Rey con los 176 escaños que requiere para solventar el trámite de la investidura.

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