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Pablo Iglesias, durante una sesión en el Congreso. :: Juan Carlos Hidalgo / efe
Podemos se pone de perfil

Podemos se pone de perfil

Pablo Iglesias y el resto de los dirigentes de la formación han reducido al mínimo su actividad pública desde las elecciones

ANDER AZPIROZ

Domingo, 28 de agosto 2016, 00:37

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Podemos no es el mismo desde las elecciones. Si algo había caracterizado a este partido desde su nacimiento era un dinamismo desaforado que ha desaparecido en los últimos dos meses. El desencadenante de ese mutis por el foro hay que buscarlo en la decepción electoral del 26-J. La cúpula del partido no solo daba por descontado superar al PSOE, sino que incluso se veía cerca del PP. No se consiguió ningún objetivo y el mazazo ha sido de tal magnitud que ha obligado a la formación a repensarse de arriba a abajo. Desde su organización hasta su estrategia. Y mientras se decide la ruta a seguir, funciona al ralentí.

Desde la cúpula del partido se apela al periodo estival y la casi nula actividad parlamentaria. «Si no estamos en la primera página de la actualidad es porque se está discutiendo sobre una investidura de Rajoy en la que nadie duda de nuestra respuesta», justificó Íñigo Errejón esta semana. Pero lo cierto es que tras las elecciones del 20 de diciembre el partido morado, además de su protagonismo en la investidura fallida de Pedro Sánchez, entró como un torbellino en el Congreso y ahora, en cambio, nada de nada, hasta el punto de no haber presentado iniciativa parlamentaria alguna.

En el partido se asegura que no se trata de dejadez o apatía, sino de haber aprendido de lo sucedido en los últimos siete meses. Se sostiene que todo el esfuerzo realizado en la corta legislatura anterior fue directo al cubo de la basura. «Todas las iniciativas planteadas se caen sin gobierno», alegó Carolina Bescansa cuando fue cuestionada por la abulia. Con este argumento, Podemos ha decidido esperar a que haya Ejecutivo para volver a registrar la batería de medidas que se presentaron en la pasada legislativa.

El perfil bajo de Podemos no solo ha afectado a su actividad parlamentaria. En la anterior legislatura el partido se metió de lleno en las negociaciones para formar Gobierno, hasta el extremo de que sus maniobras acabaron por abrir una sima con el PSOE. Gestos como el de anunciar la oferta de un gobierno de coalición mientras Sánchez aún estaba reunido con el Rey causaron un hondo malestar entre los socialistas. Iglesias y los suyos quieren evitar ahora nuevos desencuentros como aquel porque «rectificar es de sabios».

La forma de hacerlo ha sido ceder toda la iniciativa al PSOE, pese a que Unidos Podemos cuenta con idéntico número de escaños a los que sumaban por separado las fuerzas de la coalición progresista tras el 20-D. Esta actitud pasiva la anticipó Iglesias tras reunirse con el Rey a finales de julio. «No gustó que tomásemos la iniciativa y eso se usó como excusa para no formar un gobierno progresista», señaló. Desde entonces, el mensaje de todos y cada uno de los dirigentes de la formación ha sido el mismo: «si los socialistas quieren algo de nosotros, que llamen».

Aunque no se tomará la iniciativa, desde Unidos Podemos se insiste en que, si Sánchez da el paso, «los números dan» para formar un gobierno progresista. Y si el líder socialista se decide, Errejón ya ha avanzado que están dispuestos a ser «flexibles» en las negociaciones. En el caso de que el secretario general socialista no lo intente, la dirección de Podemos contempla dos escenarios que pueden resultar positivos para la coalición y que también les inclinan hacia la cautela. Por un lado, unas terceras elecciones supondrían una nueva oportunidad para lograr el 'sorpasso'. Por otro, si el PSOE facilita que Rajoy siga en la Moncloa sufrirá un importante desgaste ante el electorado de izquierda que podría dar un extra de votos a la colición de Iglesias.

Refundación

Un tercer factor que ha llevado a Podemos a la hibernación es su situación interna. Como anunció Iglesias a principios de julio, tras el fracaso en el «asalto a los cielos» ahora toca convertirse en un partido tradicional. Agosto, dicen en el partido, ha servido a sus dirigentes para reflexionar sobre el camino a tomar a partir de septiembre, cuando se dará el pistoletazo de salida al proceso interno que debe culminar con una Asamblea Ciudadana que aún no tiene fecha, pero que al secretario general le gustaría celebrar a finales de año. «Hace falta ya que se empiecen a abrir diálogos sobre líneas ideológicas. Han sido dos años de discusiones electorales, de táctica. Y poca estrategia», urgió Juan Carlos Monedero la semana pasada.

En el tiempo que transcurra hasta la celebración de la Asamblea la formación deberá resolver las diferencias entre las corrientes internas que amenazan con romper la unidad del partido. No será una tarea sencilla dada la disparidad de criterios que existen. La refundación se presenta como un proceso complejo en el que la lucha entre el sector más pragmático, liderado por Errejón, y el que aboga por un regreso a las esencias sobre las que se fundó Podemos está servida.

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