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Viernes, 31 de octubre 2014, 14:05
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Diez minutos para el cierre en una farmacia de Sevilla, un hombre con sombrero, gafas y abrigo entra con paso firme directo al mostrador. De repente se mete la mano bajo el chaquetón y saca una pistola, con la que apunta a la cabeza del farmacéutico, con ligeros movimientos insistiendo que le diese la caja, pero el boticario se niega a darle la recaudación.
El ladrón no sale de su asombro, no sabe qué hacer porque nadie le hace caso y, en primera fila, continúan dos señoras con un bebé presenciándolo todo. Y el intento de robo se quedó ahí, en un intento, porque da media vuelta y se va por donde entró.
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