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Los otros Felipes en el trono de España

Los otros Felipes en el trono de España

A diferencia de sus homónimos reales, Felipe VI comenzará su reinado dentro del marco democrático constitucional

María Eugenia Alonso

Martes, 3 de junio 2014, 06:29

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El relevo en la Monarquía española, decidida hace ya meses por el Rey Juan Carlos, eleva al trono al Príncipe Felipe, que se convertirá en Felipe VI sucediendo así a anteriores otros cinco «Felipes» reales, que reinaron con el mismo nombre entre los siglos XVI y XVIII y que figuran entre los que más años permanecieron en el poder.

El primer Felipe de la Historia de España, conocido con el sobrenombre de 'El Hermoso' (1478 -1506), llegó al trono tras su matrimonio con Juana I, hija y heredera de los Reyes Católicos, a la que luego la historia le ha añadido el calificativo de 'La Loca'.

Las infidelidades de Felipe I de Castilla hicieron que Juana entrara en una locura enfermiza de amor, que aumentó cuando su marido murió en 1506 en Burgos, al parecer por haber bebido abundante agua helada después de un esfuerzo jugando a los bolos, pero algunos afirmaron que fue por un envenenamiento de su suegro o debido a la peste.

El apelativo de 'El Hermoso' se lo dio el Rey Luís XII de Francia en 1501, cuando recibió a Felipe y a Juana en Blois, camino de la coronación en Castilla; la exclamación de Luís XII al verle fue "vemos aquí a un hermoso príncipe", que le quedaría como una seña de identidad en la historia.

Felipe II

Fruto del matrimonio de Juana y Felipe, nació Carlos I de España y V de Alemania, quién bautizó como Felipe a su primogénito, en quien abdicó en 1556. Con Felipe II (1556 - 1598) el Imperio Español alcanzó su máxima expansión y hegemonía mundial, aunque las bancarrotas, las dificultades económicas y los problemas fiscales hicieron mella en su reinado.

La unidad religiosa fue una prioridad en la vida de Felipe II y uno de los principios rectores de su política europea: se convirtió en un guardián fervoso del catolicismo y constituyó la llamada Liga Santa para defender esta fe tan preciosa y amenazada por las incursiones berberiscas y turcas en las costas mediterráneas y el imperio Otomano.

La historia ha dejado una frase de su reinado: "El sol no se ponía" en un imperio que, además de la Península -España y Portugal- comprendía Flandes, Filipinas y los territorios conquistados en América.

De Felipe III a Felipe IV

Con su heredero, Felipe III (1598-1621), comenzó el declive del Imperio. Inició el sistema político de los validos y entregó el poder al gobierno despótico y corrupto del Duque de Lerma. El monarca dejó una España empobrecida. Los desmesurados esfuerzos exigidos al país habían poco menos que agotado su población y su riqueza.

Tras su muerte, los influyentes personajes de la Corte confiaban que el nuevo soberano llevaría a la monarquía a recuperar el prestigio y poder de tiempos pasados. Pronto se desvanecieron las expectativas. Al igual que su padre, Felipe IV (1621-1665) cedió los asuntos de Estado a la figura de los validos como favoritos reales, entre los que cabe destacar el Conde-Duque de Olivares. Su reinado fue un periodo de lujo, fiestas y exaltación de la corte.

La crisis llegó debido a la falta de recursos, a las campañas militares contra Francia e Inglaterra, a los conflictos en Cataluña y a la pérdida de Portugal . Tras La Paz de Munster en 1648, se perdieron las provincias del norte de los Países Bajos (Holanda). Algunos meses antes de morir, la derrota de Montes Claros o Villaviciosa trajo consigo la pérdida de Portugal.

Felipe V

Su política de uniones matrimoniales con los Borbones franceses acabaron conduciendo a otro Felipe al trono español. El duque de Anjou se convirtió en Felipe V (1700-1724) tras la muerte sin herederos de Carlos II.

El nuevo monarca introdujo un programa de medidas centralizadoras, que mejoró la situación de crisis en la que se encontraba España. En enero de 1724, abdicó en su hijo Luis, que murió de viruelas ocho meses más tarde, por lo que tuvo que volver a reinar hasta 1746. Fue un monarca de personalidad difícil y melancólica.

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