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Schweinsteiger se retira con un corte en la mejilla.
Un árbitro permisivo
Final

Un árbitro permisivo

Rizzoli señaló una falta a Higuaín en un acción que se pudo interpretar como penalti ya que Neuer le arrolló después de despejar el balón

Javier Bragado

Lunes, 14 de julio 2014, 00:00

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El árbitro de la final del Mundial dejó una impresión irregular en el partido que debía ser el más importante de su carrera. No empezó bien Nicola Rizzoli. En el minuto 5 estorbó a Kroos en una salida del balón y al tropezar la peloata en el italiano se marchó por la banda y la posesión pasó a Argentina. El juez, tras una disculpa superficial a los futbolistas, aprovechó que le enfocaban en pantalla para peinarse.

Sorprendió su tarjeta amarilla a Schweinsteiger en el minuto 28, puesto que el centrocampista apenas tocó a su rival, aunque el juez interpretó que cortaba un contragolpe y sacó la amarilla. La paradoja llegó en su interpretación cuando Howedes levantó la pierna hasta la rodilla de Mascherano y sólo le valió para una tarjeta que podría haber sido roja por la agresividad de la acción germana. En una jugada similar en la primera parte de la prórroga fue el 'Jefecito' quien salió indultado por una entrada alevosa a Schweinsteiger. Tampoco amonestó a Agüero cuando un puñetazo abrió la mejilla del centrocampista germano, el más castigado por los defensores de la albiceleste.

Rizzoli, arquitecto de profesión, alternó la seguridad en sus firmes decisiones para enseñar las tarjetas en unas ocasiones y el diálogo. Así, Thomas Müller y Mascherano escucharon sus indicaciones en un saque de esquina, Rojo y Kroos en una disputa en el centro del campo, pero sus ojos no fueron tan precisos como su lengua: en otro córner no vio cómo Rojo agarraba la camiseta de Müller. Peor fue la oportunidad en que Higuaín se coló en el área germana y Neuer le arrolló después de despejar el balón en una jugada que en un flash recordó el encontronazo entre Toni Schumacher y Battiston en las semifinales del Mundial de 1982. Rizzoli no sólo no interpretó como penalti la acción del guardameta, sino que indicó falta en ataque del sudamericano ante la sorpresa del noqueado delantero del Nápoles.

No obstante, a Klose debió parecerle acertada la actuación del árbitro, porque se despidió de su último campeonato mundial chocando la mano con Rizzoli, a pesar de que cuando Kramer sufrió un golpe en a cabeza que le produjo una contusión fueron los jugadores quien sacaron el balón para que pudieran atender a su compañero y no el italiano quien detuvo el juego. Sólo Löw reclamó al boloñés de 42 años que extendiera el tiempo añadido en la segunda parte de la prórroga al doble de lo que había indicado el cuarto árbitro con la tablilla.

Mejor estuvieron sus asistentes con los fueras de juego. Ellos fueron quienes acertaron con el tanto anulado a Higuaín en la primera parte por fuera de juego y con la suspensión de otra jugada por el mismo motivo a Müller, después de que Howedes cabeceara al poste un saque de esquina.

Al final, Rizzoli se marchó con numerosas charlas con los futbolistas pero con demasiados jugadores en el campo a juzgar por la violencia de algunas oportunidades. Así, el italiano que empezó exigente con una tarjeta discutible a Schweinsteiger diluyó su mano dura y permitió que bajo su permisividad se elevaran la agresividad y las artes marrulleras de ambos equipos.

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