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La curiosidad provoca que algunos ciudadanos conozcan barrios que antes no habían pisado.
28 minutos de geografía 'malaguita'

28 minutos de geografía 'malaguita'

La apertura del metro ya está consiguiendo una mayor movilidad entre barrios

Iván Gelibter

Sábado, 2 de agosto 2014, 00:35

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Málaga es una ciudad con muchos tajos que la parten en varios pedazos. Quizá no lo sean tanto a niveles geográficos, pero sí es cierto que su estructura y sus vías principales dividen la urbe de tal manera que los barrios y zonas, muchas veces, tienen sus propios lugares comunes -algo lógico- pero que desemboca en una relación inexistente entre barriadas. El caso más llamativo es sin duda alguna el que se da entre una zona este y una oeste dividida por el Guadalmedina, el Centro y El Corte Inglés, que para muchos residentes del distrito que llega hasta El Candado, es su cabo Finisterra particular, teniendo un especial impacto entre la gente joven, que muchas veces no ha cruzado alguno de los umbrales del lugar en el que viven desde que nacieron. En menor medida, Carranque, Portada Alta y Teatinos también tienen un evidente alejamiento de Carretera de Cádiz, hasta tal punto que no es difícil encontrar en verano residentes de la zona norte en las playas del Limonar o la Malagueta, cuando la Misericordia se encuentra objetivamente más cerca pero peor comunicada.

Ahora todo ha cambiado. Dejando a un lado la parte este de la ciudad, que ve lejana la llegada del suburbano, el metro traerá, y ya lo está demostrando, una inusual movilidad entre barrios de Málaga. En estos días hemos visto como ciudadanos de la capital conocían por vez primera barrios como La Paz. «Llevo toda la vida viviendo en Málaga y por fin me entero qué es La Paz y qué es La Luz». Aún así, no todo debe simplificarse en el anecdotario, sino que la aportación del metro a Málaga va más allá, a tenor de las conversaciones, de simplificar los trayectos obligados y de modernizar la ciudad, sino que con el paso del tiempo, más la virtud de la paciencia, el suburbano puede ser una herramienta esencial en la intercomunicación y relación de una ciudad partida en los imaginarios particulares de cada barrio, así como de todo aquello que tenga que ver tanto con el ocio como con el comercio, que puede que contemple como este cambio abrirá una especie de fronteras metropolitanas, nunca mejor dicho.

El primer paso se pudo comprobar ayer por la tarde. Carmen, Eva y Lucía son tres chicas de 16 años de Puerta Blanca. Como cada viernes después de la siesta, toman el autobús para ir al Centro, a «hacer lo que sea», aunque ahora, por primera vez, lo hacen en metro. Pero no están en su parada; ni tan siquiera en El Perchel. Se acaban de subir, a esa hora y en el primero de agosto, en Universidad. «Dos de nosotras no habíamos estado aquí, así que hemos venido a cotillear», asegura una de ellas. Después de reírse un rato cuentan que también han ido a ronearse por Teatinos. «Oye, que hay pechá de bares, y nosotras sin saberlo». Obviamente no fueron para quedarse, pero la comodidad les ha potenciado una curiosidad que ni siquiera sabían que tenían. Y es que ahora, para estas tres chicas, Málaga se les antoja más cercana. A tan solo 28 minutos.

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