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Nereida, Patricia, Miriam, Pablo, Sonia, Lorena y Mariem son algunos de los jóvenes que han decidido hacerse donantes. Salvador Salas
El legado de Pablo Ráez

El legado de Pablo Ráez

Jóvenes voluntarios explican cómo les ha cambiado la vida desde que se han hecho donantes de médula ósea

Juan Soto

Málaga

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Domingo, 25 de febrero 2018, 00:34

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El corazón de Pablo Ráez y su sempiterno ‘Siempre fuerte’ no ha dejado de latir ni un solo segundo. Pese a que su cuerpo abandonó este mundo hace justo un año, su espíritu, su historia y, sobre todo su mensaje, siguen haciendo estragos en la conciencia de los malagueños tanto como hizo con aquel primer mensaje publicado en Instagram allá por septiembre de 2015. «Hoy me han diagnosticado leucemia. Sólo diré que no voy a perder la esperanza, ni la fuerza, ni la sonrisa». Su campaña en defensa de la donación de médula, con un objetivo mucho más altruista que el de lograr su propia curación, provocó que los bancos de donantes crecieran hasta un 1.300% en la provincia y que muchas Nereida, Patricia, Miguel, Miriam, Pablo, Lidia, Sonia, Lorena o Mariem (los protagonistas de este reportaje) se hicieran donantes y decidieran continuar el legado de Pablo.

«Como Pablo ya no puede hacerlo, nos ha tocado a nosotros continuar con su labor», expone Lidia Aguilar, una de las personas que decidió hacerse donante tras conocer el caso de este malagueño nacido en Marbella. A sus 30 años reconoce que le conmovió la fuerza y el carisma que Pablo demostraba en cada uno de sus vídeos. Fue el empujón que necesitaba para remover su conciencia y empujarla a inscribirse en el registro de voluntarios creado por la Fundación Internacional Josep Carreras con el que colabora el Centro Regional de Transfusión Sanguínea deMálaga (CRTS). «Muchas personas ya estábamos concienciadas, pero nos faltaba valor por el miedo a lo desconocido», admite.

Miles de personas se han apuntado al registro de donantes gracias al esfuerzo que hizo el marbellero por dar a conocer la enfermedad 

Otro que también se apuntó de inmediato fue Miguel González, uno de los tantos profesores de Pablo en el Instituto Medac en la Carretera de Cádiz. «Son temas que te pillan muy lejos y que no te remueven por dentro hasta que no los ves como algo que te puede pasar a ti». En su caso, desde el momento en el que logró dar el paso no ha dejado de pensar un solo día en ello. «Al principio lo veía como un acto de generosidad, me consideraba un valiente; pero ahora me he dado cuenta de que es una obligación hacer algo así», apunta.

Cuando el caso del marbellero se conoció en la provincia y dio la vuelta al mundo en apenas un puñado de tuits, sólo 200 personas se apuntaban cada mes al registro de donantes, una cifra que aumentó hasta los 2.000 mensuales y propició que la provincia registrara un récord de 11.201 donantes nuevos de médula ósea durante 2016, lo que supuso un aumento del 1.300%. En la actualidad se estima que hay 215.000 voluntarios inscritos en toda España y que un tercio de ellos son andaluces. El médico del Centro Regional de Transfusión Sanguínea, Sergio Fernández, explica que la campaña liderada por Pablo también ha servido para aumentar de forma considerable el interés por dar sangre en la provincia, ya que hay que tener en cuenta que las personas que necesitan médula ósea también requieren muchas bolsas de sangre durante todo el tratamiento.

Miriam Enríquez es otra de las personas que se han hecho donantes desde que Pablo hiciera pública su lucha. «En mi familia también se han vivido casos de cáncer, pero me terminó de mover su fuerza; la forma en la que transmitía todo lo que estaba pasando». Aunque de momento no le han llamado para regalarle parte de su vida a otra persona, cree que hacerlo sería «lo más generoso que se puede hacer, que es darle una nueva oportunidad a un enfermo». Y por ello, mientras esto llega (o no, ya que apenas llega a donar 1 de cada 30.000 inscritos) considera fundamental seguir desarrollando campañas de sensibilización.

El número de voluntarios ha aumentado un 1.300% en Málaga desde que enfermó Pablo

Una de las últimas personas en incorporarse al registro ha sido Mariem Zarrabi, una joven marroquí de 20 años que aún hoy se siente conmovida por la historia de vida del malagueño. Ella tuvo el privilegio de cruzar unas palabras con él un día en el hospital y no se le borra la sonrisa que siempre decoraba su rostro. «Fue una persona que transmitía esperanza y que ha sido capaz de mover a mucha gente que se quedaba en su casa por miedo».

Temor a lo desconocido

El doctor Fernández, del CRTS, confiesa que esa sensación de miedo a lo desconocido es habitual en todas las personas que se enfrentan por primera vez al proceso de donación. Y por ello aprovecha para aclarar dos de los aspectos que más temor causan a los voluntarios: la primera, que la mayoría de las extracciones se producen sin necesidad de hospitalización ni de pasar por quirófano; la segunda, que el donante no se queda sin médula porque se regenera sola en menos de un mes.

Las claves

  • ¿Quién puede donar médula? Todas las personas de entre 18 y 40 años (hasta el año pasado eran 55), en buen estado de salud, con un peso mínimo de 50 kilos y que esté en condiciones de donar sangre.

  • ¿Cómo hacerme donante? El único requisito inicial es cumplimentar un formulario y someterse a una pequeña extracción de sangre con el fin de determinar su grupo de histocompatibilidad.

  • ¿Dónde puedo inscribirme? En el Centro Regional de Transfusión Sanguínea de Málaga (ubicado en el complejo del hospital Civil) o en cualquier colecta programada.

  • ¿Qué ocurre si hay un enfermo compatible? Le citarían para realizarle una nueva analítica de confirmación. Si fuera así existen dos vías de extracción: la obtención de células madre de sangre periférica, que se hace de forma ambulatoria, o mediante intervención quirúrgica que requiere hospitalización.

Detalla que el proceso de donación es muy sencillo y se divide fundamentalmente en tres pasos. En un primer momento, a las personas interesadas sólo se les inscribe en un registro y se le realiza una analítica para conocer sus patrones de compatibilidad. A continuación, y siempre que se estime que su médula es compatible con la de algún enfermo, se le vuelve a llamar para realizarle un estudio mucho más completo y así determinar si es la persona idónea. Por último, si se determina que el donante tiene una compatibilidad máxima con el paciente se realiza la extracción. En la mayoría de los casos esta operación se realiza de forma ambulatoria sin necesidad de anestesia, y sólo en algunos casos muy concretos es necesario realizar una pequeña intervención que requiere de hospitalización. En ningún caso el donante debe viajar hasta la ciudad en la que se encuentra el enfermo, ya que lo que viaja es sólo la médula.

El caso del marbellero también ha servido para aumentar las reservas de sangre

Lorena Pírez, estudiante de 23 años y donante desde hace uno, lamenta el desconocimiento que hay alrededor del tema y considera que las campañas de difusión son esenciales porque hay muchas personas que se atreven a donar sangre pero no médula. «Pablo hizo una campaña de difusión mucho más efectiva que la que pueda hacer cualquier hospital», considera. Y por eso ella también ha decidido incluirse en el registro de los ¡Siempre fuerte!

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