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Viernes, 19 de enero 2018, 01:30
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Actuó con ropa oscura y con un pasamontañas que apenas dejaba rasgos físicos a la vista. Pero la suya no era una mirada cualquiera y no pasó desapercibida para las personas que se cruzaron con él. Sus «llamativos» ojos azules permitieron a la policía seguirle la pista y detenerlo por atracar a punta de cuchillo una botica de Estepona.
Todo comenzó el pasado día 9, sobre las cinco de la tarde. Un encapuchado irrumpió en una farmacia situada en el centro de Estepona que tiene dos puertas de acceso. Nada más entrar, sacó un cuchillo y le pidió el dinero a la auxiliar que estaba detrás del mostrador. La chica, asustada, salió corriendo, igual que otras dos empleadas que estaban en la rebotica.
Al verse solo, el atracador arrancó literalmente la caja registradora del mostrador, pero la bandeja se abrió y todos los billetes y monedas cayeron al suelo de la farmacia, según relataron fuentes cercanas al caso. El ladrón se desprendió de la caja, recogió todo el dinero que pudo y se lo guardó apresuradamente en los bolsillos. Tras ello, se dio a la fuga.
Fue una huida atropellada, sobre todo porque se le iban cayendo los billetes por el camino. Una de las veces que se agachó a cogerlos, se cruzó con un hombre que se le quedó mirando fijamente. Cuando la policía le preguntó por algún rasgo que identificara al ladrón, el testigo respondió: tiene los ojos claros. De color azul.
Otra persona que se topó con el encapuchado en su huida trató de perseguirlo, pero hubo un momento en que el delincuente le dio esquinazo y lo perdió de vista. Sin embargo, los agentes de la comisaría de Estepona que han investigado el caso lograron conectar los puntos por donde lo iban viendo los diferentes testigos y trazar la ruta de fuga. Así fue como llegaron hasta una calle concreta y, más aún, hasta el portal donde al parecer se había escondido el atracador.
Su mirada, de nuevo, resultó ser una pista crucial. Los policías se entrevistaron con varios vecinos y descubrieron que, entre ellos, había un hombre de unos 35 años, de nacionalidad italiana y de la misma complexión física que el ladrón. Casualmente, tenía los ojos claros. Más concretamente, azules.
Los investigadores mantuvieron una discreta vigilancia en torno al bloque. Y confirmaron sus sospechas. Al día siguiente del atraco, el hombre salió del edificio con unos pantalones de color azul con una franja blanca que coincidían exactamente con los que vestía el autor del asalto a la botica.
Con todos los indicios acumulados sobre él, los agentes detuvieron al individuo y efectuaron un registro en su domicilio, donde encontraron todas las demás prendas de ropa empleadas en el robo. Según las fuentes consultadas, el hombre acabó reconociendo la autoría del atraco, que al parecer achacó a la necesidad de dinero por problemas de drogadicción. La jueza de guardia lo envió a prisión.
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